domingo, abril 30, 2006

García-Humala: buscando la diferencia. Por Mirko Lauer

García-Humala: buscando la diferencia
Por Mirko Lauer

El Perú va a una elección entre dos figuras lastradas por fuertes pasivos políticos, ambas además bajo el signo de lo impredecible. Ollanta Humala, UPP, arrastra el temor despertado por las diversas formas de violentismo entre miembros de su familia. Alan García, Apra, trae puestos los malos recuerdos de su presidencia 1985-1990 y las resistencias históricas a su partido. Los dos candidatos son motivo de zozobra para la derecha política y los intereses empresariales, pero no solo para ellos.

Ambos candidatos juntos obtuvieron 54% de los votos el pasado nueve de abril. Hoy las primeras encuestas los ubican a casi ocho puntos de distancia en la segunda vuelta, a favor de García. También se ha detectado casi 20% de votos viciados y en blanco para la próxima votación. Sugerencia de que una parte sustantiva del voto por alguno de los dos candidatos será con una dosis de desgano.
El proceso viene cubierto por una cierta bruma que es más de negatividad que de efectiva confrontación. Una parte de los votos decisivos para la victoria de García tendrán que venir de gente muy a la derecha que lo considera un mal menor en la desesperación por frenar a Humala. Que García no quiera hacer alianza con la derecha agrupada detrás de Lourdes Flores en Unidad Nacional hace aun más marcado el sinsabor.
En cambio los votos adicionales claves para el triunfo de Humala tendrán que venir de un público dispuesto a todo con tal de no ver otros cinco años de gobierno de García. Otro bolsón al que podrá acudir Humala son los recientes desengañados con "el sistema" en vista de la derrota de su propio candidato. Las encuestas han detectado hasta una corriente, menor pero interesante, de votos de Flores que pasarían a Humala.
De Humala se dice que podría emprender una combinación del bonapartismo plebiscitario y manipulador de su amigo Hugo Chávez, el reformismo social autoritario de su inspirador Juan Velasco Alvarado, y los golpes de mano contra la democracia que practicó Alberto Fujimori. De este último Humala se declara abiertamente enemigo, pero los críticos apuntan a los parecidos estructurales entre ambos proyectos.
Las advertencias contra García se centran sobre todo en un temido revival de su pasada gestión, y por lo tanto en la posibilidad de que siga albergando una agenda oculta de ideas demasiado originales, léase catastróficas, en el campo de la economía. Un temor complementario en boca de alguna gente es a una excesiva presencia del Partido Aprista en el aparato administrativo del Estado.
De modo que ahora cada miembro de la porción decisiva del electorado podrá elegir, o rechazar, a su propio fantasma. Algo que complica la decisión es que más allá de sus pasados y sus futuros, en términos positivos y en el "tiempo real" la campaña de aquí a fines de mayo o inicios de junio los candidatos tienen demasiados rasgos parecidos como para apasionarse demasiado.
Ambos postulan un horizonte de cambios sociales dentro de la economía de mercado (también lo hizo desde la derecha Lourdes Flores, que llegó tercera). Los dos parecen distantes del neoliberalismo y partidarios de un papel más activo del Estado. En otras palabras, no es nada descartable que se les vea juntando sus curules, casi 80 de 120 entre los dos, en esporádicos pools populistas.
Ante tanta proximidad, aparente o real, era inevitable que este tramo de la campaña despegara como un duelo de personalidades: el joven militar que exuda serenidad, el político maduro que transpira experiencia. Entre los dos un fuego graneado de mutuas descalificaciones que probablemente terminan sumando cero. El electorado peruano parece buscar lo sustantivo más bien en los detalles.
Hay una difundida convicción de que la cosa se decidirá por acumulación de pequeños errores de cada uno, sobre todo en el debate presidencial que se prepara. Los medios, casi todos a favor de Flores, tuvieron su oportunidad de hacer de electores, y fracasaron. Con la candidata mujer, soltera y derechista, fuera de carrera, ahora la cosa vuelve a ser entre hombres y, casi literalmente, cuerpo a cuerpo.

Artículo publicado en La República el 30 de Abril de 2006.

sábado, abril 29, 2006

El lío con Venezuela. Por Armando Montenegro

El colombiano Armando Montenegro, doctor en economía y columnista de El Espectador, analiza el papel que deben tomar Colombia y los demás países andinos ante la decisión venezolana de retirarse de la CAN.
El lío con Venezuela
Por Armando Montenegro
Los intereses económicos de los países, idealmente, deberían ir de la mano de los intereses políticos. En caso de conflicto entre unos y otros, las razones del pragmatismo (el bolsillo y el empleo de las poblaciones afectadas) señalan que deberían prevalecer los económicos (por esta razón, tantos países con gobiernos e ideologías opuestas desarrollan una cantidad significativa de flujos económicos).
Los intereses económicos de largo plazo de Colombia indican que el país debería mantener, en forma prioritaria, el comercio libre con Estados Unidos y con Venezuela (esto como punto de partida de una integración mayor con otros países de todo el mundo). Algo semejante ocurre con Venezuela, un país cuyo mercado natural es el de Colombia y cuya orientación estratégica obvia es el Caribe y Norteamérica.
Esto, que suena tan simple, que ha sido reconocido por generaciones de estadistas de Colombia y Venezuela, se complicó con las recientes diferencias políticas entre ambos países. Por un lado, Colombia, en línea con su alianza militar y política con Estados Unidos, ha obrado en consecuencia con sus intereses económicos y se ha acercado al TLC, un tratado que había buscado desde comienzos de los años noventa. Venezuela, mientras tanto, por razones puramente ideológicas, ha hecho lo opuesto: se ha alejado de Estados Unidos y, contra natura, le ha dado prioridad al comercio con Mercosur (allá el socialista Tabaré Vázquez prefiere el TLC con Estados Unidos). Por ahora se siente suficientemente rico como para hacer a un lado sus conveniencias estratégicas.
Así llegó la crisis. Chávez anunció el retiro de Venezuela de la CAN y culminó un proceso de deterioro que ya estaba avanzado. De hecho, desde hace tiempo el funcionamiento de la organización era deficiente, los incumplimientos flagrantes y las divergencias inocultables.
Como es obvio, no era realista que en las circunstancias actuales los países andinos mantuvieran vigente su ambicioso esquema de integración, que contemplaba un gran acercamiento político, económico y cultural, semejante al de la Unión Europea, que hablaba de cosas tan raras como el peso andino y el parlamento andino. Lo único que estaba funcionando bien, a pesar de las trabas impuestas por algunos gobiernos, era el libre comercio, algo que no estaba previsto en el diseño original de la CAN.
Lo que hay que preservar ahora es precisamente el comercio libre entre Colombia y Venezuela y, ojalá, entre todos los países andinos. El aumento de los intercambios de bienes y servicios, a partir de 1991, ha apoyado significativamente el crecimiento económico y el empleo en la región. Ya que el G3 —un acuerdo comercial entre México, Venezuela y Colombia, firmado en 1993— garantiza el comercio libre entre sus signatarios y que el retiro de Venezuela de la organización económica andina tomará cinco años, existe por fortuna una base jurídica para mantener los fundamentos del intercambio comercial que tanto ha beneficiado a estos países.
Los líderes de Colombia, Venezuela y de los demás países andinos deberían reconocer la magnitud de los intereses económicos en juego, y con el mayor pragmatismo —sin pensar en las cámaras y las tribunas populares— conservar lo logrado y asegurar un marco estable para sus relaciones comerciales de largo plazo. Los pasos que se den, deberían estar guiados nada más que por la conveniencia mutua y por el respeto de los distintos puntos de vista políticos.
La experiencia andina muestra que es el desarrollo del comercio el que impulsa e induce los intercambios culturales, científicos y educativos. No al revés. Por ello, si se preserva el desarrollo del comercio en esta crisis, más adelante, cuando las circunstancias sean otra vez propicias, podrá impulsarse de nuevo un concepto más amplio de integración entre los vecinos.
Armando Montenegro es PhD en Economía por la Universidad de Nueva York y columnista en el diario colombiano El Espectador.
Este artículo fue publicado en El Espectador, el sábado 29 de Abril de 2006.

viernes, abril 28, 2006

Tocqueville y la "estupidez democrática". Por Nicolas Tenzer

Nicolas Tenzer es fundador del Centro de Estudios y Reflexión por la Acción Política (CERAP), con sede en Francia, y es director de la revista Le Banquet. En el marco de la política global contemporánea, plantea un comentario sobre la democracia a partir del pensamiento de Tocqueville.


Tocqueville y la "estupidez democrática"
Por Nicolas Tenzer

Parece apropiado, debido a la guerra en Irak, que el mundo esté debatiendo la naturaleza de la democracia a doscientos años del nacimiento de Alexis de Tocqueville, quien es merecidamente famoso por rechazar la nostalgia reaccionaria y considerar el triunfo de la democracia como nuestro destino, mientras que advertía de los peligros que conlleva la democracia para la libertad.

Tocqueville concebía a la democracia no sólo como un régimen político sino, sobre todo, como un régimen intelectual que da forma a las costumbres de la sociedad en general, y de ese modo le dio una dimensión psicológica y sociológica. Argumentaba que los regímenes democráticos determinan nuestros pensamientos, deseos y pasiones. Así como había un hombre renacentista y, en el siglo XX, un homo sovieticus, "el hombre democrático" es una variedad del ser humano. Para Tocqueville, los efectos sistémicos de la democracia podían llevar a los ciudadanos a privarse de su pensamiento razonado. Solamente podían aparentar que juzgaban los eventos y los valores por sí solos; en realidad, meramente copiaban las opiniones toscas y simplificadas de las masas. En efecto, lo que Tocqueville llamó el dominio del "poder social" sobre la opinión es probablemente más fuerte en los regímenes democráticos.

Mientras que la historia está repleta de regímenes asesinos alabados por masas intimidadas y engañadas, el gran riesgo para los países democráticos es que sus ciudadanos caigan en la apatía y en la visión de corto plazo en aras de la satisfacción inmediata. El problema esencial de la mente democrática es su falta de conciencia histórica. Hay modos de luchar contra la creciente "estupidez democrática" de hoy. La primera es presionar por un sistema educativo que realmente forme mentes críticas por medio de materias descuidadas: literatura, historia y filosofía. El impedimento más grande para esa educación son los medios masivos de comunicación, con su tendencia a cultivar la superficialidad y la diversión. ¿Es muy tarde para hacer algo acerca de una cultura que apaga tanto el espíritu? Tocqueville despreciaba a las elites de su tiempo por su complacencia de cara a la fuerza de desarraigo de la democracia masiva. ¿Acaso servirá también la miopía de nuestros líderes como agente de su profecía inquietante?

Copyright Project Syndicate, 2006.
Artículo publicado en el diario Clarín de Buenos Aires

miércoles, abril 26, 2006

Chávez, el socio querido por Kirchner y Lula, convertido en un dilema para los dos. Por Eduardo Van Der Kooy

El comportamiento del presidente venezolano Hugo Chávez es analizado desde la perspectiva del Mercosur por el analista político argentino Eduardo Van Der Kooy. Como se recuerda, Chávez hizo noticia recientemente por anunciar el retiro de Venezuela de la Comunidad Andina de Naciones, el otro bloque de la región sudamericana.
Chávez, el socio querido por Kirchner y Lula, convertido en un dilema para los dos
Inquieta su acercamiento a Uruguay y Paraguay y su política con Irán.
Por Eduardo Van Der Kooy
Hugo Chávez, el presidente de Venezuela, amaga con escurrírsele de las manos a Néstor Kirchner y Lula da Silva. Los mandatarios de la Argentina y Brasil soñaron con tenerlo de aliado incondicional para reanimar al alicaído Mercosur. La nación del Caribe tiene reservas energéticas (las más importantes de gas en el continente y las mayores del mundo en crudos) que serían clave para el bloque. Aquella ilusión sigue vigente pero algunos episodios recientes la ensombrecen. Lula y Kirchner los repasaron ayer antes de sumar hoy a la cumbre al caudillo de Caracas.
Hay cuestiones regionales, pera existen también movidas en el teatro internacional que preocupan a Buenos Aires y Brasilia. Empecemos por las últimas: el gobierno venezolano defendió el programa atómico de Irán y manifestó que todo país tiene derecho a tener acceso a la tecnología nuclear con fines pacíficos. Venezuela, junto con Cuba y Siria, se opusieron a que el tema Irán fuera girado al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas cuya titularidad ejerce en la coyuntura nuestro país.
El debate es impulsado en ese ámbito por Washington frente a la reticencia de China y Rusia. Caracas y Teherán firmaron el año pasado acuerdos de cooperación comercial, industrial y agrícola como parte del estrecho vínculo bilateral. La Argentina y Brasil no objetan ese acercamiento, pero sí aquel respaldo al programa atómico cuya meta final —estiman— no está clara.
Kirchner y Lula se alarmaron también cuando la semana pasada Chávez amenazó con volar todos los pozos petroleros. Es verdad que condicionó esa determinación a una hipotética invasión estadounidense. Pero el gesto del presidente de Venezuela incomodó a la diplomacia de la Argentina y Brasil que se adjudican ante Washington el ejercicio de moderar al caudillo. Quizás el enojo tuvo también bastante que ver con el escenario: la admonición fue lanzada durante el encuentro con los mandatario de Bolivia, Evo Morales, de Uruguay, Tabaré Vázquez y de Paraguay, Nicolás Duarte Frutos. Kirchner y Lula resultaron plateístas de ese encuentro.
La irrupción de Chávez con los socios menores del Mercosur estuvo antecedida de otros hechos. El caudillo anunció la salida de Venezuela de la Comunidad Andina de Naciones. La decisión significó un severo golpe para Colombia pero, además, un mensaje directo a Perú. Ambas naciones acaban de terminar las negociaciones con Estados Unidos para la firma de los Tratados de Libre Comercio. Difícilmente le haga rever la decisión un pedido que le hizo llegar Evo.
La salida venezolana de la CAN posibilitó dos lecturas. Chávez prefiere estar cerca del Mercosur, cuyo volumen comercial se arrima a los 150 mil millones de dólares. Los países andinos intercambiaron en el 2005 por valor de apenas 9 mil millones. Pero está también la interpretación política. Los movimientos del Presidente de Venezuela simbolizan poder frente a una región inestable y también ante la mirada acechante de Washington.
Hay más. Caracas dejó la CAN pero alienta proyectos de integración energética con Colombia. Hace lo mismo con Uruguay y Bolivia. Nunca hay que olvidar que es el país que más bonos de la deuda adquirió al gobierno de Kirchner y lo alejó de cualquier circunstancial ahogo financiero ante los ojos del mundo.
La reciente presencia de Chávez en Asunción no sólo implicó un desafío escenográfico para Kirchner y Lula que no participaron del encuentro. El caudillo venezolano predicó que "si el Mercosur tiene que morir para que nazca una verdadera integración, entonces que muera". Las palabras sonaron como melodía para Duarte Frutos y Tabaré. Paraguay y Uruguay se sienten desplazados del bloque regional. Para colmo, el conflicto de Uruguay con la Argentina por las papeleras agravó la diferencias.
Pero aquel paisaje podría resultar un espejismo. Duarte Frutos y Tabaré parecen más inclinados a cerrar un trato comercial directo con Washington que a pensar en algún armado político alternativo que tenga a Chavez como referencia principal. El zigzagueo le sirve, de todos modos, al presidente venezolano para crispar a Kirchner y a Lula.
Hoy volverán, con seguridad, las sonrisas públicas de los tres. Pero en la intimidad habrá reproches y ajuste de cuentas. Al margen de cualquier palabra formal o diplomática, aquellas realidades y el cónclave de apuro trasuntan el momento más delicado en la existencia del Mercosur.
Artículo publicado en el diario Clarín de la Argentina por Eduardo van der Kooy.

martes, abril 25, 2006

Todo es posible. Por Rafo León

Con su conocido estilo, siempre abierto a un toque de humor, Rafo León comparte sus especulaciones sobre la segunda vuelta que se viene.
Todo es posible
En la dimensión desconocida del Perú, cualquier cosa puede suceder
Por Rafo León

COSAS DIFÍCILES de imaginar se convierten en el Perú en disyuntivas cotidianas. Jamás en mi vida pensé realmente tener que votar por Alan García par así salvar la democracia. Trabajo viajando por el país, paso muchas horas manejando una camioneta por carreteras modernas, por rutas truculentas, por trochas invisibles y escucho música para ponerle ritmo a mis pensamientos. Son eternas horas para dejar pasear por la cabeza las ideas más delirantes y alucinatorias. Pero repito, nunca imaginé que esa opción –que me ha acompañado masoquistamente en muchos de mis viajes, útil para dejarla de lado y decirme a mí mismo, "qué alivio, era una fantasía"- se hiciera realidad, y ahora resulta que non nos queda otra a quienes creemos que la alternativa de Humala es la alternativa de un cachaco impresentable, de perfil siniestro y planes fascistoides.

MUÑECA DE VENTRÍLOCUOS
Tampoco estuvo alguna vez en mis planes darle mi voto a Lourdes Flores, sobre el principio de que la derecha estaba poniéndose al día en ese equilibrio difícil entre economía libre y bienestar para todos. Siempre vi a Lourdes como la ficha bienintencionada de empresarios y grupos de poder directamente pinochetistas y chinochetistas, clientelistas sin remedio, mercantilistas de nacimiento. La Flores parece haber quedado fuera de juego y su declive es lo que ha vuelto real esa fantasía absolutamente absurda con la que he coqueteado para darle descanso a mis obsesiones en los viajes, la de tener que elegir a Alan para evitar un colapso mayor.
Si el Perú es el reino de lo posible, habrá entonces que permitirse cualquier lucubración, pues los peruanos ya hemos adquirido el derecho a enloquecer como una manera de sostener la lógica de lo que venga. Hace poco hice un largo viaje por tierra y entonces me puse a pensar, deliberadamente, en algo que pareciera el borde del borde, y me salió lo siguiente: Fujimori y toda su canalla han estado demasiado tranquilos y civilizados en relación con los resultados de la primera vuelta. No les va ese traje de la ponderación y el respeto por las decisiones electorales. Algo están cocinando y el resultado será algún plato envenenado que desvíe los acontecimientos hacia sus propios fines. Pero, ¿qué? Me devoraba los kilómetros de carretera asfaltada, las dunas pasaban a gran velocidad a ambos lados del camino. El delirio empezó a funcionar.

EL REGRESO DEL CHINO
Antes de la segunda vuelta, Fujimori –perfectamente asesorado por Montesinos- decide venir al Perú a ponerse a derecho. Entonces, llega, entra por el aeropuerto y nos regala desde la ventanilla del auto policial esa sonrisa de hiena con la que nos gobernó por diez años. El país enloquece, algunos piensan que la justicia por fin llegó para quedarse, otros, que estando acá el Chino podrá manejar mejor las cosas que desde una prisión en Santiago. De pronto Fujimori se convierte en el personaje político más importante de la escena. Un día antes de las elecciones suelta la consigna: hay que votar por Humala contra los políticos tradicionales, el comandante será el único capaz de continuar lo avanzado en una década de pragmatismo nacionalista. Con el respaldo de la horda fujimorista, Humala barre como nunca antes había barrido nadie en la historia del Perú, setenta por ciento, o más. La mayoría obtenida en el Conbreso le permite al presidente Humala cambiar la Constitución en un papazo y dejar al día siguiente a dos: Antauro y el mismo Fujimori. Me para un policía, he excedido el límite de velocidad. "Jefe, disculpe, me he vuelto loco por un instante". Se lo cuento todo, "imagínese, regresa el Chino y le dice a todo el mundo que hay que votar por Ollanta. Se exculpa a Antauro y al Chino, cómo no voy a meterle la pata al acelerador con un pensamiento de esa naturaleza". El policía se levanta los lentes de sol, "caballero, usted no se ha vuelto loco, lo felicito, prácticamente es un analista político de primera, siga nomás, pero no corra tanto".

Publicado en la sección Abrapalabra de la revista Somos (N° 1011), suplemento del diario El Comercio, en Lima, Perú, el sábado 22 de Abril de 2006.

El ejemplo del presidente chino. Por Andrés Oppenheimer

Cuando el presidente chino Hu Jintao visitó Estados Unidos la semana pasada, su primera escala no fue la Casa Blanca, sino las oficinas de Microsoft y de Boeing en Seattle. Los presidentes latinoamericanos harían bien en tomar nota de este pequeño detalle.
No es de extrañar que, aunque haya habido una leve recuperación de las inversiones en América latina en los últimos dos años, el porcentaje de la inversión mundial que recibe la región esté disminuyendo. Un nuevo estudio de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) muestra que mientras en la década de 1980 las inversiones extranjeras en América latina eran el 12% de la inversión en el nivel mundial, el porcentaje ha disminuido al 8% en la actualidad.
Al comentar la visita de Hu a Seattle, el principal experto de la Cepal en inversiones extranjeras, Michael Mortimore, me dijo que en América latina no se veían muchos casos parecidos. "La mayoría de los presidentes latinoamericanos viajan a Europa o a China en misiones comerciales con comitivas de 60 empresarios, pero no hay muchos presidentes que vayan a las sedes de las compañías", señaló.
Hay excepciones, claro. Pero mientras China y sus vecinos asiáticos están cortejando abiertamente a las empresas extranjeras y visitando a los empresarios estadounidenses, muchos presidentes latinoamericanos o bien ignoran a las multinacionales o las insultan para el aplauso de la tribuna.
El presidente venezolano Hugo Chávez y su colega boliviano Evo Morales critican casi a diario a alguna compañía extranjera. Y el presidente argentino, Néstor Kirchner, fue noticia dos años atrás cuando dejó esperando durante 45 minutos en su despacho a la entonces presidenta de Hewlett Packard, Carly Fiorina, hasta que la empresaria se cansó de esperar y se fue.
Según un reciente estudio de la Conferencia de Naciones Unidas para el Comercio y el Desarrollo (Unctad), las inversiones extranjeras en América latina y el Caribe cayeron de un promedio de US$ 83.000 millones anuales a fines de los noventa a US$ 72.000 millones el año pasado. Mientras tanto, la inversión extranjera en China subió de US$ 43.000 millones a US$ 60.000 millones, en el resto de Asia aumentó de US$ 110.000 millones a US$ 172.000 millones, y los países de Europa del Este de US$ 10.000 millones a US$ 50.000 millones.
Pero lo más preocupante es que muy pocas de estas inversiones fueron a las industrias de la economía del conocimiento, como las que se dedican a la investigación y al desarrollo de patentes de software o nuevas medicinas, que son las que producen el mayor impacto económico.
La mayoría de las inversiones extranjeras en Sudamérica fueron a industrias de extracción de minerales u otras materias primas, o a plataformas de venta de productos como teléfonos celulares o automóviles.
Investigación y desarrollo
Segun la Unctad, entre 1994 y 2002 las empresas multinacionales estadounidenses aumentaron sus operaciones de investigación y desarrollo en países en vías de desarrollo de un 7,6% a un 13,5%. Sin embargo, casi todas estas inversiones fueron a países como la India y China. Las inversiones en investigación y desarrollo en América latina en el mismo período cayeron de un 4% a un 3,2 por ciento.
"En otros países, estamos viendo inversiones extranjeras de mayor calidad´´, me dijo José Luis Machinea, secretario general de la Cepal.
Parte del problema, además de la baja calidad de la educación en muchos países latinoamericanos, es que la mayoría de los países de la región no buscan activamente las inversiones extranjeras en industrias del conocimiento, dicen los expertos.
Mi conclusión: en América latina, donde hay viejas sospechas -en algunos casos justificadas- sobre las compañías multinacionales, muchos presidentes no quieren ser vistos cortejando demasiado abiertamente a estas empresas. La gran ironía es que el país comunista más grande del mundo lo está haciendo a más no poder y logra atraer cada vez más inversiones y reducir dramáticamente sus índices de pobreza.
Escrito por Andrés Oppenheimer. Artículo publicado en La Nación de Argentina.

lunes, abril 24, 2006

Razones para una alianza. Por Mario Vargas Llosa

Acerca del comportamiento que deberían adoptar las que, en su opinión, son las fuerzas políticas democráticas peruanas en la segunda vuelta electoral, opina Mario Vargas Llosa
Razones para una alianza
Por Mario Vargas Llosa
Aunque, cuando escribo estas líneas, aún no se sabe quién competirá en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales peruanas con el ganador de la primera, el comandante Ollanta Humala --si Alan García, del Apra, o Lourdes Flores, de Unidad Nacional--, una conclusión se impone a simple vista según la lógica más elemental: si las fuerzas políticas que representan García y Flores no se unen, cualquiera de ellos que quede finalista será derrotado por el militar que reivindica como mentores y modelos al comandante venezolano Hugo Chávez y al desaparecido dictador del Perú general Juan Velasco Alvarado.

La victoria de Ollanta Humala sería una catástrofe para el Perú y para América Latina, una regresión brutal, en un continente que parecía en vías de democratización, hacia las peores plagas de nuestro pasado: el caudillismo, el militarismo, el populismo y el autoritarismo. El 30% de peruanos que ha votado por él en la primera vuelta, en verdad ha votado, en su gran mayoría, por un mito antiguo y mentiroso como todos los mitos: el de un redentor miliciano, un hombre fuerte e implacable que hará funcionar a latigazos a la caótica sociedad peruana como un riguroso cuartel, zambullendo en la cárcel a todos los corruptos, vaciando las calles de los ladrones, violadores, secuestradores y pillos de toda calaña que hoy las vuelven tan inseguras, recuperando para el Perú todas las empresas que hoy enriquecen a los extranjeros, y gobernando en favor de los pobres en vez de hacerlo para los ricos como han hecho todos sus antecesores en el poder. El paraíso espera a los humillados y explotados después de ese baño de despotismo, botas y chovinismo patriotero.

¿Cuántas veces hemos oído semejante cantilena que justificaba el que se abriera las puertas del gobierno a quien, apenas aupado en él, se convertiría en un dictadorzuelo, arruinaría al país y lo dejaría más pobre, más corrompido, más enconado y desquiciado que como lo encontró? Esa es la historia del general Velasco Alvarado y la pandilla de militares que destrozaron el Perú entre 1968 y 1980 y esa será la que los venezolanos contarán de Hugo Chávez cuando se libren de su demagogia y sus locuras y comiencen la ardua tarea de reconstruir su democracia.

Para que el Perú no se hunda una vez más en la ciénaga del autoritarismo militarista que representa Ollanta Humala no hay otro camino que una alianza inmediata, de gobierno, sin siquiera esperar los resultados definitivos de la primera vuelta electoral, entre Alan García y Lourdes Flores y las fuerzas políticas que los respaldan. Lo digo sin la menor alegría, como saben todos los que conocen mis críticas a lo que fue el desastroso gobierno de Alan García entre 1985 y 1990. Pero, a estas alturas del partido, lo que debe primar no son las simpatías o antipatías políticas personales, sino la defensa de la democracia en el Perú, que, con Ollanta Humala en la presidencia, corre el riesgo de desplomarse mediante un acto de fuerza (al estilo Fujimori) o de irse degradando a pocos hasta la extinción, a la manera de la Venezuela de Hugo Chávez. Y los peruanos saben --deberían saberlo incluso ese 30% de desmemoriados que han votado por Humala-- que jamás una dictadura ha resuelto problema social o económico alguno en la historia del Perú. Siempre los multiplicó y esa es la razón de la extremada fragilidad de la democracia, cada vez que renace luego de nuestros largos períodos de oscurantismo dictatorial.

Es cierto que hay acusadas diferencias entre el programa democristiano de Lourdes Flores y el socialdemócrata del Apra. Pero, por debajo o encima de ellas, existe un denominador común que basta y sobra para echar los fundamentos de una alianza, a la manera de la que, en Chile, forjaron democristianos, radicales y socialistas y que tantos beneficios ha traído al país austral: un claro compromiso con la democracia. Porque esa será la alternativa que se disputará en la segunda vuelta electoral: preservar el sistema imperfecto (pero perfectible) que tenemos los peruanos desde el 2001, que garantiza las libertades públicas, las alternancias en el gobierno, las elecciones y el derecho de crítica, o el retorno al despotismo y la arbitrariedad --acompañada de censura y de crímenes, además de una maloliente corrupción-- de un sistema dictatorial.

La alianza de Unidad Nacional y el Apra tendría, entre otras ventajas, la de atraer a ella a las pequeñas fuerzas democráticas que, en la gran dispersión de la veintena de candidatos que disputaron la primera vuelta, quedaron totalmente marginadas. Entre ellas hay algunas que merecían una suerte mejor, como la Concertación Descentralista de Susana Villarán, una lideresa de izquierda que ha evolucionado hacia posiciones inequívocamente democráticas y antitotalitarias y que por su lucidez y limpias credenciales debería tener cabida y un rol en aquella alianza. Tal vez de este modo se podría dar al futuro gobierno un sustento mayor que el debilísimo que tienen siempre nuestros gobiernos representativos, lo que impide la estabilidad de las instituciones, la continuidad de las políticas de reforma, y hace que, a cada elección, todo vuelva a fojas cero, a ese adanismo que es una de las manifestaciones más visibles del subdesarrollo.

Esa alianza, para ser eficaz, debe ser de gobierno y no meramente electoral. Es decir, cimentarse en un programa de largo alcance en el que, además de la profundización de la democracia, se preserven ciertas instituciones básicas de una sociedad abierta a las que tanto democristianos como apristas dicen respetar: políticas de mercado, promoción de la empresa privada y las inversiones extranjeras y difusión de la propiedad entre los sectores que aún no tienen acceso a ella. Es decir, los programas básicos que, en países como España y Chile, han estimulado la prosperidad y el progreso de sus economías. Que todo ello incluya un apoyo resuelto y elevado a la educación pública y a la salud es indispensable y es seguro que sobre ello no habría mayores razones de disenso entre los aliados.

En situaciones críticas, como la que vive la sociedad peruana en estos momentos, es imprescindible que la visión del árbol no nos enturbie la perspectiva del bosque. Y saber, con certeza, cuál es el mal mayor. Para mí, sin la menor duda, él está representado por el comandante Humala y su clan familiar, el que, pese a la pantomima de divergencias que los distintos parientes, padres y hermanos, han representado durante la campaña electoral, pasaría a formar parte del equipo gobernante si el comandante ganara las elecciones. Dentro de la confusión contradictoria y delirante de sus amenazas y proyecciones, aquel clan que aboga por fusilamientos masivos --entre ellos de homosexuales--, por leyes de excepción para periodistas, por nacionalizaciones y por la militarización del país, debe ser atajado en la segunda vuelta electoral mediante una gran concentración de todas las fuerzas democráticas, aunque para ello sea preciso vencer escrúpulos, olvidar agravios y votar tapándose la nariz.

La política no es un territorio donde se pueda elegir solo la excelencia, como en las bellas artes o la literatura. Es un quehacer que refleja la composición de la sociedad donde aquella actividad se ejerce. El Perú contiene comunidades muy diversas, que coexisten en el desconocimiento recíproco, distanciadas unas de otras por la geografía, la educación, las costumbres, los niveles de vida, la lengua y la tradición, los prejuicios y el resentimiento. De una manera general, el tercio que ha dado su apoyo a Ollanta Humala personifica a aquel vasto sector que no ha recibido el menor beneficio del importante crecimiento económico que ha tenido el Perú en los últimos años y que se ha visto una vez más frustrado en sus anhelos, tan marginado y tan pobre como estaba hace cinco años, cuando dio su voto 'antisistema' a Toledo. La razón de su marginación es estructural, se debe a la escasa, casi nula movilidad que padece la sociedad peruana, donde la educación, por ejemplo, en lugar de ser el gran instrumento para la creación de igualdad de oportunidades en cada generación, tiende a apuntalar o a agravar las desigualdades entre andinos y costeños, provincianos y capitalinos, ciudadanos del campo y de las ciudades, quechuahablantes e hispanohablantes, pobres y ricos. Y lo que vale para la educación, vale para la salud, el acceso al crédito, al mercado de trabajo y a la propiedad. Mientras no haya una reforma profunda en todos esos ámbitos de la vida social todo crecimiento económico --como el de estos últimos cinco años-- solo alcanzará a beneficiar a sectores reducidos de la población, incrementando el odio al sistema que explica el fenómeno Humala.

El acuerdo entre las fuerzas democráticas debe incluir un programa radical y realista para llevar a cabo esas reformas que vayan cerrando los abismos que separan a los peruanos de altos y medianos ingresos de los otros, algo que solo es posible como se lo ha hecho en España o Chile --dos claros ejemplos exitosos de países muy próximos al nuestro--, no destruyendo la democracia sino robusteciéndola y mediante una integración al resto del mundo en vez de levantar fronteras y aislarnos según el nefasto modelo del "desarrollo hacia adentro" que, a lo largo de la famosa década perdida, dejó a América Latina varada mientras el sudeste asiático progresaba velozmente.

Ojalá prevalezca la razón y esa alianza de las fuerzas democráticas se haga realidad en el Perú antes de que sea demasiado tarde para arrepentirse.

© MARIO VARGAS LLOSA, 2006.
© DIARIO "EL PAÍS", SL/ MARIO VARGAS LLOSA. PRISACOM.

Los antis y el mal menor. Por Nelson Manrique

Algunos graves cuestionamientos al candidato Alan García, dejados de lado durante la campaña, son recordados por Nelson Manrique, en relación a las elecciones presidenciales.
Los antis y el mal menor
Por Nelson Manrique
Durante la campaña electoral de 1990, un amigo, con buenos contactos en el Fredemo, me contó que Mario Vargas Llosa decía que se proponía poner a Alan García en prisión por corrupción y que no aceptaría ninguna componenda política sobre el punto. No he podido menos que recordar esta anécdota después de leer un artículo en el que el mismo Vargas Llosa llama hoy a una alianza de todos con Alan García, el mal menor, para impedir la catástrofe autoritaria que nos espera si Ollanta Humala llega al poder.
En un sentido, independientemente de cuál sea el resultado de la segunda vuelta, Alan García ya ha ganado estas elecciones. Si se observa las acusaciones que se le han formulado, por su papel durante su desastroso gobierno, estas se han limitado a que fue un inepto como presidente: un pecado -como diría Luis Bedoya Reyes-, pero no un delito. Así, se le reprocha a García ser inmaduro y tarambana, pero su responsabilidad en la corrupción que campeó durante su régimen simplemente ha desaparecido de la memoria política.
Con relación a los delitos que se le imputaban (que incluyen los negociados en torno al tren eléctrico, la compra de los Mirage, el manejo de las reservas peruanas y el BCCI, etc.), Alan García decidió acogerse a la figura legal de la prescripción. Esta se produjo porque mientras vivía en París se cumplió el plazo legal para enjuiciarlo. Pudo después ponerse voluntariamente a disposición del Poder Judicial para demostrar su inocencia y ser legalmente absuelto, pero prefirió ampararse en el argumento de que Fujimori y Montesinos lo habían investigado y no habían podido probarle nada, lo cual demostraba su inocencia; como si semejante par pudiera avalar la inocencia de alguien. Legalmente estaba en su derecho, no así éticamente. Es una muestra de laxitud moral que esto quede sin sanción. Esta elasticidad en los valores éticos es la mejor garantía que tiene Alberto Fujimori de que pronto quedará también limpio de polvo y paja. Y ya tenemos a varios parlamentarios coqueteando con los fujimoristas para asegurarse una alianza conveniente.
¿Qué nos depara Ollanta Humala? Sobre todo, una enorme improvisación y graves denuncias por violaciones de los derechos humanos. No sé cómo llamarse izquierdista y hacer la vista gorda ante semejante denuncia. Pero hablar de Alan García como defensor de la democracia, frente al autoritarismo de Humala, cuando el primero lleva de vicepresidente a Luis Giampietri y declara su entusiasmo por los jueces sin rostro y por disolver el Parlamento, es un mal chiste.
Desde 1990 vengo votando -como supongo le sucede a muchos peruanos- por el mal menor y confieso que ya estoy cansado. Si encima hay que escoger guiados por el 'anti' -antialanismo, antihumalismo- esta democracia solo ofrece más de lo mismo. Si la renovación de un gobierno va a limitarse a escoger el menos malo, en lugar de elegir al mejor, algo anda muy mal en el sistema.

Artículo publicado por Nelson Manrique en el diario Perú 21.

¿El pasado fue mejor? Por Fernando Rospigliosi

Dos semanas después de las elecciones del 9 de Abril, Fernando Rospigliosi realiza un análisis de los resultados a la luz de la historia peruana reciente.

¿El pasado fue mejor?
Por Fernando Rospigliosi.

Los peruanos ya estamos acostumbrados a esta secuencia de expectativa, desilusión, frustración, tras décadas de repetirla. Ni se nos ocurre que pueda existir algo distinto.

La relativamente alta votación del fujimorismo ha sido uno de los hechos relevantes del 9 de abril. La hija de Alberto Fujimori alcanza alrededor de 400 mil votos preferenciales en Lima. No lo consiguió por sus extraordinarias cualidades políticas, que no las tiene, sino como resultado del respaldo a su padre.

Hasta el momento los fujimoristas han conquistado unos 15 asientos en el Congreso, lo que representa un 12.5% del total. En un Parlamento fragmentado, esa bancada podría eventualmente tener la fuerza suficiente para negociar la libertad del prófugo ex presidente y de sus corruptos cómplices.

¿Es una novedad que en el Perú los electores tengan nostalgia por gobernantes deshonestos o que han fracasado? No, por desgracia eso es frecuente.

UN POCO DE HISTORIA. En la historia reciente hay varios ejemplos de lo mismo.

Odría volvió. En 1962 se produjo un resultado estrecho entre Víctor Raúl Haya de la Torre (32.98%), Fernando Belaunde (32.13%) y Manuel A. Odría (28.44%). En Lima y en el Callao ganó Odría.

Las reglas electorales establecían que si nadie alcanzaba el tercio de los votos, el Congreso elegía al presidente. En uno de los volteretazos que caracterizan la trayectoria aprista, Haya pactó con el general Odría, que hasta hacía poco era su peor enemigo. Como el APRA y la UNO tenían mayoría en el Parlamento, era un hecho que Odría sería presidente nuevamente. Pero el golpe militar de los generales Ricardo Pérez Godoy y Nicolás Lindley lo impidió.

Odría se apoderó del gobierno mediante un golpe militar en 1948 y se hizo elegir en comicios fraudulentos en 1950. Pretendió reelegirse en 1956, pero un levantamiento popular en Arequipa frustró sus intenciones. Su gobierno fue, para todo efecto práctico, una dictadura, que persiguió fieramente a los apristas y los disidentes, y suprimió la libertad de prensa. Las acusaciones de corrupción menudearon durante su período.

En su gobierno se popularizó la frase "roba, pero hace obra".

Prado de regreso. Odría había sido sucedido por Manuel Prado, que gobernó entre 1939 y 1945. Parecía increíble, pero Prado regresó de Europa poco antes de las elecciones de 1956 y ganó con más del 45% de los votos. A él se le atribuye la frase "en el Perú hay dos tipos de problemas, los que no se resuelven nunca y los que se resuelven solos". En su segundo gobierno, fue derrocado sin pena ni gloria, como se ha señalado, en junio de 1962.

Belaunde otra vez. En 1963, con el veto militar como una espada de Damocles sobre Haya de la Torre y Odría, fue elegido Fernando Belaunde. Las expectativas que suscitó fueron defraudadas y en octubre de 1968 fue derrocado por otro golpe militar. Salvo un pequeño grupo de personas que protestó un par de días en el centro de Lima, nadie defendió al gobierno ni a la democracia. En esa época no había encuestas, pero era claro que Belaunde estaba muy desacreditado.

Sin embargo, cuando la dictadura militar tuvo que abandonar el poder en medio del repudio popular, en 1980, Belaunde regresó del exterior y en una fulgurante campaña de pocos meses, ganó las elecciones con más del 45% de los votos válidos. Así, el presidente que había sido derrocado por los militares casi sin resistencia, reemplazaba a esos mismos uniformados ungido por el voto popular.

García nunca muere. En el 2001 Alan García regresó justo a tiempo para participar en las primeras elecciones libres luego del derrocamiento de la dictadura de Fujimori y Vladimiro Montesinos. A pesar del recuerdo de su desastroso gobierno, le ganó por puesta de mano el segundo lugar a Lourdes Flores en la primera vuelta, con 26% de los votos válidos. En la segunda, obtuvo un importante 47% y no estuvo lejos del triunfo.

El 2006 la historia se repite y García está a punto de pasar a la segunda vuelta con poco más del 24%. Eso a pesar de que al recuerdo de su mal gobierno debe sumarle la presencia de 12 gobiernos regionales apristas, la mayoría con pésima popularidad. A lo que hay que agregar su voluble trayectoria en estos años, patadita incluida.

PAÍS FRUSTRADO. Una de las explicaciones para estos hechos es que somos un país frustrado. Vamos de tumbo en tumbo y cada experiencia es percibida como un nuevo fracaso. Esa es una de las razones por las que, a la luz de lo que se siente en un momento dado como un desastre, se busca volver al pasado, que es interpretado bajo un nuevo prisma.

Prado y Belaunde fueron reelegidos. Odría y García estuvieron muy cerca, y el último lo intentará otra vez. Fujimori está impedido legalmente, a pesar de lo cual sus herederos han recibido un legado considerable.

En el Perú los gobiernos se inician con expectativas variables, pero todos terminan mal. No hay excepciones a esta regla en la reseña de más de medio siglo enumerada más arriba. El de Alejandro Toledo seguirá el mismo camino, a pesar de que en un asunto muy importante sí ha sido notable: el crecimiento económico sostenido del último quinquenio no es usual.

Pero, como se ha repetido tantas veces, ese crecimiento no ha ido acompañado por una sustancial disminución de la pobreza ni de la desigualdad.

Los peruanos ya estamos acostumbrados a esta secuencia de expectativa, desilusión, frustración, tras décadas de repetirla. Ni se nos ocurre que pueda existir algo distinto.

Sin embargo, muy cerca tenemos un ejemplo; Chile. El presidente Ricardo Lagos abandonó el gobierno con un 70% de aprobación. Lo reemplazó Michele Bachelet, que es la cuarta presidenta de la Concertación. La ininterrumpida serie de victorias de esa agrupación política muestra que los sucesivos gobiernos lo han hecho bien. El país progresa y la gente lo siente así.

¿ESCASEZ DE OPCIONES? Una razón adicional para explicar la nostalgia por ex gobernantes que en su momento fueron repudiados, es la escasez de opciones nuevas y convincentes.
No aparecen partidos y líderes creíbles que inspiren confianza y que sean capaces de atraer el voto popular.

No es que no existan algunos personajes públicos con capacidad y trayectoria. Susana Villarán y Alberto Borea, para mencionar a dos que han sido candidatos y que profesan ideas diferentes. Ambos tienen varias décadas de trayectoria, en su momento han ocupado cargos destacados en la política y lo han hecho bien. No son extremistas, más bien moderados, y nadie los puede acusar de corrupción.

¿Villarán o Borea serían mejores o peores que Ollanta Humala o Alan García? Varios que los conocen no dudan en afirmar que serían preferibles a los que ahora disputarán la segunda vuelta.

Pero no han alcanzado ni el 1% de los votos.

Es decir, hay algunas personas capaces que incursionan en la política, pero sin éxito electoral.

Otros, como Ollanta Humala, obtienen resultados centelleantes sin exhibir cualidades particulares: no es buen orador, no tiene ideas claras ni convincentes, carece de una trayectoria pública que lo califique para ocupar la presidencia. Solo llega en el momento preciso para capitalizar la frustración de una parte considerable de los peruanos.

CíRCULO VICIOSO. De esta manera se reproduce el círculo vicioso de la política peruana. Una frustración alimenta y conduce inevitablemente a la siguiente.

Por eso el Perú es incluido en algunos análisis internacionales en el grupo de 'Estados fallidos', que no tienen viabilidad, junto con Ecuador y Bolivia.

Los optimistas dicen que nada de esto es inevitable y que es relativamente sencillo romper el círculo vicioso. Y cada nuevo período desmiente esa esperanza. Naturalmente, el optimismo siempre prevalece, porque psicológicamente es indispensable para sobrevivir.

Concretamente y salvo que ocurra un milagro, el Perú deberá elegir hoy día entre dos opciones populistas: lo malo conocido y lo peor por conocer.

Adicionalmente, el fujimorismo fortalecido tendrá mejores opciones para ayudar a los corruptos a librarse de las sanciones que se merecen. Una nueva señal para las generaciones futuras: el crimen sí paga, lo que ocurrió con la lucha anticorrupción después del derrumbe de la dictadura fue solo una excepción. El Perú ha vuelto a la normalidad.

Publicado por Fernando Rospigliosi en el diario Perú 21.

Genocidios: el derecho a la verdad. Por Leandro Despouy

El 24 de abril es la fecha en que se conmemora la primera de las guerras de exterminio del siglo XX, llevada a cabo contra los armenios. El argentino Leandro Despouy, Relator especial de las Naciones Unidas en Derechos Humanos, escribe sobre el genocidio y la memoria.

Genocidios: el derecho a la verdad
Por Leandro Despouy

Hoy, 24 de abril, se conmemora un nuevo aniversario de la primera guerra de exterminio del siglo XX, en repudio a las crueles y reiteradas matanzas de armenios que entre 1915 y 1923 llevaron a cabo el Imperio Otomano y el Estado de Turquía y que no sólo se cobraron la vida de un millón y medio de personas sino que además condenaron al destierro y al desarraigo a gran parte de la comunidad armenia de entonces.

Sin embargo, recién en 1985 un Informe de la Subcomisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas logró consignar la primera referencia fehaciente sobre este crimen, precedida de infructuosos intentos que se estrellaban contra la intransigencia del gobierno turco y la tenaz complacencia diplomática de muchos Estados.

Algo similar aconteció cuando en nuestro continente se registraban violaciones masivas y sistemáticas de los derechos humanos y era difícil lograr de los organismos internacionales condenas claras a la despiadada represión desatada en nuestros países.

Para aquel entonces, la verdad no se ventilaba en los debates públicos de los foros internacionales. El principio de "no injerencia en los asuntos internos" alentaba las más descaradas y espurias complicidades.

Hoy es distinto, la verdad erigida en categoría de derecho rompe el hermetismo de la razón de Estado y proyecta su luz sobre otros actores vitales como son los ciudadanos, las asociaciones, y en particular las víctimas, históricamente apartados de las decisiones gubernamentales aunque ellas conllevaran la más burda y lacerante impunidad.

La Argentina tuvo la feliz iniciativa de solicitar a la ONU un estudio sobre este derecho y a mí, como Relator Especial, me ha cabido el privilegio de viabilizarlo, en lo que respecta a mi mandato, en el Informe General que será examinado próximamente por el nuevo Consejo de Derechos Humanos.

No se trata de una construcción jurídica abstracta, sino del paciente acopio de experiencias nacionales y los múltiples progresos que se han registrado en el ámbito internacional.

Pero la historia de este derecho no fue pacífica. Surgió de los escombros de la Primera y Segunda Guerra Mundial, frente a la incertidumbre sobre el paradero de soldados y víctimas. Nació del angustioso reclamo de los familiares de nuestros desaparecidos que aún buscan sin descanso una respuesta verídica a lo sucedido. Germinó en el secreto dolor de las diásporas, como lo acredita el denodado empeño de millones de expatriados armenios que tuvieron que esperar casi un siglo para que la palabra "genocidio" traspasara los umbrales de las Naciones Unidas y rompiera así el más prolongado pacto de silencio de las grandes potencias.

En casos de violaciones manifiestas de los derechos humanos, la obligación de los Estados de investigar entraña un conocimiento pleno de los actos que se hubieran producido, de las personas que participaron en ellos y de las circunstancias específicas, en particular las violaciones perpetradas y sus motivaciones.

En el caso de personas fallecidas o desaparecidas la obligación incluye conocer la suerte y el paradero de las víctimas. De esta forma el derecho a la verdad se vincula a uno de los preceptos culturales más antiguos de la humanidad, como es el ancestral derecho al duelo y, como lo reseña la tragedia griega en Antígona, a enterrar a sus muertos.

Recordemos que fue el ejercicio de este derecho lo que posibilitó la recuperación de muchos niños hijos de desaparecidos, tal como lo refleja la notable labor de las Abuelas de Plaza de Mayo.
Pero las víctimas directas no son las únicas titulares de este derecho. Los hechos aberrantes que presupone extienden el agravio a toda la sociedad y confieren a cada uno de sus integrantes legitimidad para invocarlo, ejercerlo y llevar adelante los reclamos.

El derecho a la verdad contiene una dimensión ética insoslayable, puesto que su finalidad última es restablecer la dignidad de las víctimas y evitar la reiteración de los hechos y las circunstancias que los suscitaron.

Desde esta perspectiva, el principal fundamento de la reconstrucción del pasado es impedir su repetición en el futuro. Ello explica que la obligación de investigar se transmite a los sucesivos gobiernos. Por esa razón, en la práctica, las leyes de amnistía o de perdón sólo son compatibles con el derecho internacional si previamente se han realizado los derechos a la verdad, a la justicia y a la reparación.

Las experiencias nacionales e internacionales muestran hasta qué punto la lucha por la verdad se fortalece con el transcurso del tiempo. La labor desarrollada por las llamadas Comisiones de la Verdad y el desempeño de tribunales internacionales también lo acreditan. Recordar el genocidio armenio nos permite trazar la imagen de la humanidad a lo largo de un siglo y retratarla en dos momentos distintos y opuestos.

Primero, el silencio, la verdad enclaustrada, la prohibición de pronunciar en público la expresión "genocidio", si la acompañaba la palabra "armenio". Y ahora, al final, la verdad desnuda, rasguñada y herida por décadas de negación y hostigamiento pero que definitivamente, renace como expresión de una nueva conquista transformada en el derecho inalienable de las personas y de los pueblos a edificar su historia desde la verdad y la justicia.


Leandro Despouy es Relator especial de las Naciones Unidas en Derechos Humanos. Presidente de la auditoría general de la Nación en la Argentina. Este artículo fue publicado en el diario Clarín de Argentina el 24 de Abril de 2006.

viernes, abril 21, 2006

El giro de Humala. Por Andrés Oppenheimer

Andrés Oppenheimer analiza el cambio de discurso del candidato Ollanta Humala en el marco de las elecciones presidenciales peruanas.
El giro de Humala
Por Andrés Oppenheimer
Ollanta Humala, el ex militar ultranacionalista que ganó la primera vuelta de las elecciones presidenciales de Perú, parece estar moviéndose hacia el centro: en una entrevista, me aseguró que, de ser elegido, no expropiará empresas privadas ni cambiará las leyes de prensa, e incluso admitió que "probablemente" Cuba no sea una democracia.
¿Se trata de un giro político sincero, o es una estrategia para ganar votos moderados en la segunda vuelta? Antes de que tratemos de contestar estas preguntas, veamos algunas de las cosas que me dijo el candidato.
Humala, que ya se había distanciado de los comentarios antisemitas y homofóbicos de sus padres y hermanos, rechazó las declaraciones del escritor peruano Mario Vargas Llosa, en el sentido de que si llegaba a la presidencia sería un discípulo del presidente venezolano Hugo Chávez y del dictador cubano Fidel Castro. "No es cierto", dijo Humala. "El señor Vargas Llosa es un magnífico novelista, que está entrando en un terreno en el que nunca le ha ido muy bien".
"¿No se ha colocado usted mismo en ese rincón? -le pregunté-. Usted encabezó una rebelión militar, como Chávez; luego se proclamó un admirador de Chávez; luego fue visto en televisión asintiendo con la cabeza cuando Chávez lo apoyó públicamente en una ceremonia en Caracas el 3 de enero de este año."
"No", respondió Humala. "Jamás dije que tengo admiración; no he empleado esa palabra hablando de Chávez, porque sería apresurado calificar un proceso que todavía está en marcha. Sí admiro la vida de Mahatma Gandhi, de Martin Luther King", afirmó.
Respecto de la rebelión militar del 29 de octubre del 2000, Humala dijo que fue "un levantamiento muy diferente de los golpes militares tradicionales, [como los] que Estados Unidos promovió y apoyó en la década de los 70. Nuestra insurgencia militar no fue para interrumpir el proceso democrático; fue al revés".
"Entonces, ¿usted piensa que hay golpes buenos y golpes malos?", le pregunté.
"Es que en realidad no fue un golpe. Jamás intenté llegar al Palacio de Gobierno", respondió Humala. "En medio de una crisis en la que miembros de la clase política de Perú pretendieron darle un año más de vida política [al ex presidente Alberto] Fujimori, contra la voluntad del pueblo peruano; ahí es donde salta una unidad militar que yo tuve el honor de comandar."
Al ser interrogado sobre su promesa de "nacionalizar" la economía, dijo: "Es un concepto que utilizo en un sentido no autoritario y democrático. «Nacionalizar» no significa `estatizar´; no significa `expropiar´. Esas son metodologías de los años setenta".
"Yo hablo de darle un papel más importante al Estado, a través del cobro de tributos, regalías, impuestos a la renta. Puede ser a través de una ampliación accionarial si el Estado está en capacidad de invertir", añadió.
Sobre Cuba, dijo: "Evidentemente, de acuerdo con los estándares que tenemos, probablemente Cuba no califique como un país democrático", pero añadió inmediatamente, con ironía: "Perú es democrático: hemos democratizado la pobreza".
Mis conclusiones: Humala es un político astuto y más preparado de lo que yo pensaba. Lo que me preocupa de él no es su línea económica, que podría cambiar en el futuro a medida que descubra que Perú no puede crecer sin inversión, sino el hecho de que no tome distancia de su pecado original: la rebelión militar que encabezó en el 2000.
¿Por qué es preocupante eso? Porque estamos viendo -primero, en Venezuela; después, en Ecuador; ahora, en Perú- el mismo fenómeno: un oficial del ejército con ambiciones políticas organiza una rebelión militar, gana notoriedad sin gastar un centavo en publicidad, sale de la prisión con un discurso radical destinado a mantener su nombre en las primera planas, sube en las encuestas, se postula para presidente y gana.
Quebrar el estado de derecho se está convirtiendo en una receta para ganar elecciones. Eso es un precedente peligroso.

jueves, abril 20, 2006

Secretario de la Comunidad Andina plantea cumbre presidencial

Bogotá, 20 abr (AFP) El secretario general de la Comunidad Andina de Naciones (CAN), el peruano Alan Wagner, planteó este jueves la posibilidad de convocar una cumbre de presidentes ante el anuncio del mandatario venezolano, Hugo Chávez, de retirar a su país del bloque regional.
En declaraciones desde Bruselas a la radio colombiana Caracol, Wagner dijo que trata de precisar con Caracas el alcance del anuncio de Chávez en Paraguay, el miércoles, y recordó que hace diez días pidió al presidente boliviano, Evo Morales, concretar su propuesta de una cumbre de mandatarios de la CAN.
"Creo que este sería un escenario muy propicio para encontrar las mejores soluciones a estas dificultades, pero antes hay que precisar el alcance de las expresiones del presidente Chávez, qué está pensando hacer su gobierno al respecto y comenzar a trabajar algunas fórmulas de solución", indicó.
Wagner sostuvo que la Secretaría de la CAN podría citar inicialmente a la Comisión del bloque -integrada por los ministros de comercio-, y luego a los cancilleres de los países miembros: Bolivia, Colombia, Ecuador, Perú y Venezuela.
"Ojalá pudiéramos rematar en un encuentro presidencial que permita encontrar una mejor solución" al problema, precisó.
El directivo indicó, sin embargo, que "hasta el momento no ha habido ninguna manifestación oficial" por parte de Venezuela, y que se enteró de las declaraciones de Chávez por la prensa.
Además, la delegación venezolana que asiste en Bruselas a un encuentro de la CAN y la Comisión Europea "tampoco tiene información precisa", añadió Wagner. "Por eso estamos buscando información para determinar el alcance del anuncio".
El secretario se abstuvo de comentar las consecuencias de una eventual salida de Venezuela del mecanismo, pero recordó que es un país importante para todos sus socios.
"Hay una trama de relaciones muy importantes entre Venezuela y sus socios andinos. Naturalmente no va a acabar de la noche a la mañana en ningún caso", afirmó.

Hugo Chávez anuncia retiro de Venezuela de la Comunidad Andina

El presidente Hugo Chávez anuncia retiro de Venezuela de la Comunidad Andina de Naciones.

CARACAS. (Reuters) - "Colombia (...) ha firmado un Tratado de Libre Comercio con los Estados Unidos, el Perú lo ha hecho hace unos días. Ahora sí es verdad que está muerta, la mataron a la Comunidad Andina, no existe", dijo el mandatario, quien aboga por la integración de Latinoamérica y es un fuerte crítico de "capitalismo" estadounidense.
Chávez agregó que su país está preparándose para denunciar al bloque comercial -conformado además por Bolivia, Colombia, Ecuador y Perú- y anunció que "Venezuela se sale de la Comunidad Andina, no tiene sentido".
"Desde hace años vengo diciendo que la Comunidad Andina de Naciones está herida de muerte y hoy puedo decir que está muerta", afirmó el presidente.

El mandatario sostiene que los tratados de libre comercio son perjudiciales para los países andinos al afirmar no están en capacidad de competir con la economía estadounidense y que a la larga ello empobrecerá a los más débiles.
Por su parte, el presidente de Bolivia, Evo Morales, coincidió con su colega venezolano sobre el estado de la Comunidad Andina (CAN).
"Yo también siento que la CAN ha muerto y lamento mucho que tengamos algunos gobiernos, algunos presidentes dentro de la Comunidad Andina que son instrumentos de desintegración, de recolonización, de implementar políticas de hambre y miseria para las mayorías", dijo en la misma cumbre.

ENCRUCIJADA
Colombia reconoció el martes que la Comunidad está pasando por una encrucijada y planteó una agenda de doce puntos para fortalecerla.
El ministro de Comercio, Industria y Turismo, Jorge Humberto Botero, dijo que los socios de la Comunidad tienen responsabilidad en el deterioro de los nexos comunitarios, pero los conminó a despejar el horizonte en una próxima reunión de presidentes.
Colombia ha recibido fuertes críticas de Venezuela y Bolivia luego de que en febrero cerró una crucial negociación para establecer el libre comercio con Estados Unidos.
En tanto, Perú firmó hace pocos días un tratado de libre comercio con Estados Unidos, en un acuerdo con un futuro incierto dado que en ese país andino el candidato presidencial nacionalista Ollanta Humala ha dicho que el pacto comercial debe ser cancelado o renegociado.

Humala ganó las elecciones presidenciales del 10 de abril con aproximadamente el 31 por ciento de las votos, pero al no haber obtenido el 50 por ciento de los sufragios deberá disputar la presidencia en una segunda vuelta con el candidato que quede en segundo lugar.

miércoles, abril 19, 2006

Los estados malogrados. Por Noam Chomsky

El imprescindible intelectual Noam Chomsky opina sobre la política internacional de los Estados Unidos de América.

Los estados malogrados
Por Noam Chomsky

Estados Unidos debe apelar a medidas diplomáticas y económicas antes que a las militares cuando se confronten amenazas graves de terror y dejar que las Naciones Unidas lideren las crisis internacionales

La definición de estados malogrados es escasamente científica. Pero todos ellos comparten ciertos atributos primarios. Son incapaces o no desean proteger a sus ciudadanos de la violencia y tal vez incluso de la destrucción. Se consideran a sí mismos más allá del alcance de la ley nacional o internacional, por lo tanto libres de concretar actos de agresión y de violencia. Y si tienen formas democráticas, sufren de un serio déficit democrático que priva a sus instituciones de una real sustancia.
Una de las tareas más arduas que cualquiera puede emprender, y una de las más importantes, es mirarse honestamente al espejo. Si nosotros hiciéramos eso, tendríamos muy poca dificultad en encontrar los rasgos de los estados malogrados directamente en nuestro país. Ese reconocimiento de la realidad debería ser causa de gran preocupación para quienes se desvelan por sus países y por las generaciones futuras, "países" en plural, primero a raíz del enorme alcance del poder de Estados Unidos, pero también porque los problemas no están localizados en el espacio y el tiempo, aun cuando haya importantes variaciones, de particular relevancia para los ciudadanos de Estados Unidos.
El déficit democrático estuvo claramente ilustrado en las elecciones del 2004. Los resultados llevaron a la exaltación en ciertos círculos, a la desesperación en otros y a una gran preocupación sobre una nación dividida. Colin Powell informó a la prensa que el "presidente George W. Bush ha ganado un mandato del pueblo estadounidense para continuar su 'agresiva' política exterior".
Esto está alejado de la verdad. Está también muy alejado de lo que la población cree. Después de las elecciones, Gallup preguntó si Bush "debía enfatizar los programas que apoyan los dos partidos" o si "tiene un mandato para avanzar con la agenda del partido republicano", como Powell y otros sostuvieron. El 63% eligió la primera opción, el 29% la última.
Las elecciones no confirieron un mandato para nada. De hecho, prácticamente no tuvieron lugar, en el verdadero sentido del término elección.
La historia provee de amplias evidencias sobre la falta de atención de Washington respecto a las leyes y normas internacionales, que alcanza hoy nuevas alturas. Concedamos, siempre hubo pretextos, pero eso es cierto para cualquier Estado que recurre a la fuerza según su voluntad.
Bajo la presidencia de Ronald Reagan, la administración buscó manejar los problemas con fervientes pronunciamientos sobre el "imperio del mal" y sobre sus tentáculos que estaban a punto de estrangularnos. Pero se necesitaban nuevos recursos. Los partidarios de Reagan declararon su campaña mundial para destruir el terrorismo internacional apoyado por un Estado que el secretario de Estado de Reagan, George Shultz, denominó una "plaga diseminada por los depravados opositores a la civilización misma" que intentan "un retorno de la barbarie en la época moderna".
La lista oficial de los estados que patrocinaban el terrorismo, iniciada en el Congreso en 1977, fue elevada a un lugar prominente en la política y en la propaganda.
En 1994, el presidente Clinton amplió la categoría de estados terroristas para incluir los estados delincuentes. Unos pocos años más tarde se agregó al repertorio otro concepto: los estados malogrados, frente a los cuales nosotros debemos protegernos, y a los cuales debemos proteger a veces destruyéndolos.
Más tarde llegó el eje del mal del presidente George W. Bush, al cual nosotros debemos destruir para autodefendernos, siguiendo la voluntad del Señor tal como es transmitida a este humilde servidor escalando mientras tanto la amenaza del terror y de la proliferación nuclear.
Sin embargo, la retórica siempre ha generado dificultades. El problema básico ha sido que bajo razonables interpretaciones del término, incluso bajo definiciones oficiales, las categorías son excesivamente amplias.
Se necesita disciplina para no reconocer los elementos de verdad en la observación del historiador Arno Mayer inmediatamente después de los ataques terroristas del 11 de setiembre de que, desde 1947, "Estados Unidos ha sido el principal autor del Estado terrorista que ataca primero, y de innumerables otras acciones 'delictivas' que han causado un inmenso daño siempre en nombre de la democracia, la libertad y la justicia".
La categoría estado malogrado fue invocada de manera reiterada por los autodenominados estados iluministas en la década del noventa. Eso los autorizaba a recurrir a la fuerza con el supuesto objetivo de proteger a las poblaciones de los estados malogrados, delincuentes y terroristas de un modo que podía ser "ilegal pero legítimo", frase usada por la Comisión Independiente sobre Kósovo.
Cuando los temas principales del discurso político cambiaron de la intervención humanitaria a la guerra al terrorismo después del 11 de setiembre, se le dio al concepto estado malogrado, un alcance más amplio a fin de incluir a países como Iraq, que amenazaban supuestamente a Estados Unidos con armas de destrucción masiva y con el terrorismo internacional.
Con este uso más amplio, los estados malogrados no necesitaban ser débiles, lo cual tiene mucho sentido. La Alemania nazi y la Rusia estalinista eran escasamente débiles, pero con estándares razonables merecían la designación de estados malogrados, tan completamente como ninguno en la historia.
El concepto gana muchas dimensiones, incluyendo el fracaso en proveer seguridad para la población, para garantizar los derechos en el país y en el exterior, o para mantener en funcionamiento (no simplemente de manera formal) las instituciones democráticas. El concepto debe con seguridad incluir estados proscriptos, que desechan con desprecio las reglas del orden internacional y de sus instituciones, cuidadosamente construidas a lo largo de los años, inicialmente por iniciativa de Estados Unidos.
El Gobierno Estadounidense es muy parecido a otros países poderosos. Persigue los intereses económicos y estratégicos de los sectores dominantes de la población local, con el acompañamiento de una impresionante retórica sobre su excepcional dedicación a los más altos valores. Esto es prácticamente un universal histórico, y es la razón por la cual la gente sensata presta poca atención a las declaraciones de las nobles intenciones de los líderes, o a los elogios de sus seguidores.
Uno escucha comúnmente decir que los criticones se quejan por lo que está mal, pero no presentan soluciones. Hay una traducción certera para esta acusación: "ellos presentan soluciones, pero a mí no me gustan".
Aquí hay unas pocas y simples sugerencias para Estados Unidos:
1. Aceptar la jurisdicción del Tribunal Internacional de Justicia y de la Corte Internacional.
2. Firmar y cumplir los protocolos de Kioto.
3. Dejar que las Naciones Unidas lideren las crisis internacionales.
4. Apelar a medidas diplomáticas y económicas antes que a las militares cuando se confronten amenazas graves de terror.
5. Mantenerse dentro de la interpretación tradicional de la Carta de las Naciones Unidas: el uso de la fuerza es legítimo solamente cuando es ordenado por el Consejo de Seguridad o cuando el país está bajo la amenaza de un ataque inminente, de acuerdo con el Artículo 51.
6. Renunciar al poder de veto en el Consejo de Seguridad, y tener un respeto decente por la opinión de la humanidad, tal como aconseja la Declaración de la Independencia, incluso cuando los centros del poder no están de acuerdo.
7. Reducir drásticamente los gastos militares y aumentar los gastos en: salud, educación, energía renovable y cosas similares.
Para la gente que cree en la democracia, estas son sugerencias muy conservadoras: parecen ser la opinión de la mayoría de la población de Estados Unidos, en muchos casos de la abrumadora mayoría, que se opone radicalmente a la política pública; en la mayoría de los casos, en ambos partidos.
Otra sugerencia cautelosa y útil es que los hechos, la lógica y los principios elementales de la moral deben ser importantes. Aquellos que se tomen el trabajo de adherir a esta sugerencia se verán rápidamente conducidos a abandonar una buena parte de la doctrina oficial, aunque es seguramente más fácil repetir invocaciones que sirven a nuestros exclusivos intereses.
Y hay otras simples verdades. De ningún modo dan respuesta a todos los problemas. Pero nos hacen tomar cierta distancia para desarrollar respuestas más específicas y detalladas. Aun más importante, ellas abren la puerta para implementarlas, pues son oportunidades que están a nuestro alcance si podemos liberarnos de las ataduras de la doctrina y las ilusiones impuestas.
Aunque es natural que los sistemas doctrinarios intenten inducir el pesimismo y la desesperación, la realidad es diferente. Ha habido un progreso substancial en los últimos años en la interminable cuestión de justicia y libertad, dejando un legado que puede fácilmente ser llevado a un plano más alto que antes.
Las oportunidades para educación y organización abundan. Como en el pasado, no es probable que los derechos sean garantizados por autoridades benevolentes, o ganados por acciones intermitentes participando en unas pocas demostraciones o apretando una palanca a la hora de las elecciones, como si en eso consistiera exclusivamente la política democrática.
Como siempre en el pasado, las tareas requieren un compromiso para crear y, en parte, recrear las bases destinadas al funcionamiento de una cultura democrática.
Hay muchos medios para promover la democracia en el país, llevándola a nuevas dimensiones. Las oportunidades son muchas, y el fracaso en captarlas es probable que tenga repercusiones ominosas: para el país, para el mundo y para las generaciones futuras.

NOAM CHOMSKY ES PROFESOR DE LINGÜÍSTICA EN EL INSTITUTO DE TECNOLOGÍA DE MASSACHUSETTS EN CAMBRIDGE.
© NOAM CHOMSKY
DISTRIBUIDO POR THE NEW YORK TIMES SYNDICATE

Sobre las elecciones en Italia. Por Gionata Chatillard

El resultado de las pasadas elecciones parlamentarias en Italia es analizado por Gionata Chatillard.

El fantasma de la ingobernabilidad
por Gionata Chatillard
Tras una larga noche electoral y un escrutinio que hasta la última papeleta se resistió a emitir un veredicto definitivo, el centroizquierda de Romano Prodi consiguió finalmente lograr el control de ambas ramas del Parlamento italiano, aunque su acérrimo rival, Silvio Berlusconi, no sufrió en las urnas el serio batacazo que las encuestas le auguraban. El resultado es que la débil mayoría de La Unión en las dos cámaras parece ser el escenario más propicio para que el transfuguismo y la inestabilidad política vuelvan a Italia.
Y es que, a pesar de la victoria, prácticamente ninguno de los partidos del centroizquierda ha salido reforzado de las urnas. La balanza del poder político en el Parlamento se ha inclinado a favor de la coalición de Prodi solamente en virtud del llamado ‘premio de mayoría’, un mecanismo electoral creado por el Gobierno Berlusconi pocos meses antes de que se celebrasen los comicios.
No cabe duda de que al ‘Cavaliere’ le salió el tiro por la culata, puesto que, gracias a la reforma electoral aprobada por su Ejecutivo, sus rivales pueden ahora gozar en la Cámara Baja de 63 diputados más que el centroderecha, a pesar de haber ganado por sólo una décima el recuento del voto nacional.
Diferente es la situación en el Senado, donde tuvieron que ser los parlamentarios elegidos mediante el voto emitido en el extranjero quienes definitivamente dieron el control de la Cámara Alta a la coalición del ‘Professore’. No obstante, se trata de una mayoría muy ajustada, de sólo dos senadores, lo que podría llevar a varias situaciones de bloqueo legislativo si La Unión no se muestra en el futuro compacta como lo ha estado durante la campaña electoral.
La prioridad del nuevo Gobierno será sin duda intentar arreglar las maltrechas cuentas públicas de un país definido por el 'Financial Times' como «el gran enfermo de Europa»: en los últimos 15 años, la economía transalpina ha sido la que más lentamente ha avanzado en el continente, con un crecimiento cero en 2005. En la actualidad, la deuda pública excede el 105% y el déficit es superior al 4% del PIB.
La Unión, en su programa electoral, ha prometido reducir el trabajo temporal, reintroducir el impuesto de sucesión para las rentas más altas y luchar contra la evasión fiscal acabando de una vez con las numerosas amnistías decretadas por el Gobierno Berlusconi en este terreno. No obstante, es en el campo de la política internacional y de las medidas de corte social –como el debate sobre los derechos de las parejas de hecho- donde su variopinta y heterogénea coalición se muestra poco unida.
Desde La Casa de las Libertades no se cansan de repetir que el ejecutivo de Prodi no será capaz de llevar a cabo ninguna de las urgentes reformas que necesita el país, puesto que en las heterogéneas filas de la nueva mayoría conviven tanto herederos de la vieja democracia cristiana, como políticos de trayectoria laica y hasta dos partidos comunistas, el mayor de los cuales es quizá la única formación del centroizquierda que ha salido realmente reforzada de las urnas.
Son precisamente los números parlamentarios de Refundación Comunista que, según los analistas más críticos, impedirán a La Unión acabar la legislatura al frente del Ejecutivo, algo que en Italia -un país donde ha habido más de 50 gobiernos en 50 anos- acaba de conseguir Berlusconi por primera vez a partir de la posguerra. Y es que fue este partido, liderado por el carismático Fausto Bertinotti, el que provocó la caída del primer Gobierno Prodi en 1998 por oponerse a una intervención armada en la ex Yugoslavia. La retirada de las tropas italianas de Irak, que el líder del centroizquierda ha anunciado como una de sus primeras medidas, será con toda probabilidad el primer precio que Prodi pague para garantizarse el apoyo de los comunistas.
La estrecha mayoría conseguida en el Senado y el fantasma de la ingobernabilidad que tradicionalmente caracteriza el panorama político transalpino podrían acelerar la formación de un auténtico gran partido de centroizquierda que, superando las actuales federaciones presentes en La Unión, aglutine a las principales fuerzas reformistas de la coalición. Esta nueva formación, cuya creación todavía se encuentra en fase embrionaria, ya ha sido bautizada como Partido Democrático y, si finalmente se convierte en realidad, hará que también Prodi tenga, por primera vez, un partido propio.
Este artículo fue publicado por Gionata Chatillard en el diario El Mundo de España.

martes, abril 18, 2006

Encuestas con un toque de humor

Una de las características de los peruanos es que podemos tomar cualquier coyuntura con un toque de humor. Si bien este es un blog con opiniones "serias", también una mirada risueña es digna de tomarse en cuenta. Esta encuesta estuvo circulando por correo electrónico. Para tomarla deportivamente.
Fecha: 9 de abril de 2006
Resultados de la encuesta a boca de urna y de boca de búfalo.
Pregunta: ¿Por qué votó por Alan García?

a) Tengo carné del partido y Alan regalará chamba para mí / mi viejo / mis hijos (incluyendo al mongolito) : 40%

b) Para largarme más rápido de este país de mierda: 36%

c) Porque es cuero y tiene buenas hijas: 29%

d) Me gustaba la leche ENCI, el pan popular y el arroz de ECASA: 25%

e) No hago nada y con Alan al menos haré colas: 23%

f) Por huevón: 20 %

g) A los jóvenes nos gustó el reggaetón, es lo máaaaaximo: 15 %

h) Tiene más tetas que Lourdes y puede ser mejor madre: 12 %

Resultados actualizados con inflación acumulada al 200%

lunes, abril 17, 2006

Escaramuza en Liliput. Por Mario Vargas Llosa

En las últimas semanas, el artista peruano Fernando de Szyszlo se ha visto en medio de un fuego cruzado que se originó con la propuesta de bautizar con su nombre al Museo de Arte Contemporáneo de Lima. En su columna Piedra de Toque, Mario Vargas Llosa escribe sobre estos hechos.

Escaramuza en Liliput
Por Mario Vargas Llosa

Cuando cumplió ochenta años, Fernando de Szyszlo, el mayor artista peruano vivo y el más conocido y prestigiado fuera del Perú, recibió sinnúmero de homenajes de sus compatriotas, que le reconocían toda una vida de entrega a la creación y de compromiso con la cultura en su país.

¿Qué ha ocurrido para que apenas ocho meses después decenas de pintores y escultores peruanos firmen manifiestos contra él y lo crucifiquen en entrevistas que a menudo disimulan apenas la hostilidad y la vindicta personal?

Pues ha pasado que los miembros de la directiva del Instituto de Arte Contemporáneo --proyecto privado en gestación-- hicieron saber que el futuro museo llevaría el nombre de Fernando de Szyszlo. Las acusaciones comprenden un vasto registro: vanidad, egolatría, conspiración de una elite oligárquica para privilegiar a 'su pintor', acto de menosprecio contra el resto de los artistas nacionales, y paro de contar. Un interesante episodio para reflexionar sobre el gran arte, la cultura de campanario y las pequeñeces humanas.

El Instituto de Arte Contemporáneo nació en los años cincuenta, por iniciativa de un grupo de aficionados al arte, sin el menor apoyo oficial, y gracias a él los peruanos pudieron conocer a buen número de artistas latinoamericanos y europeos que expusieron en su pequeña y cálida galería del jirón Ocoña, en el Centro de Lima. Yo la recuerdo bien, siempre pasaba por allí a echar un vistazo en mis años universitarios, cuando la dirigía Sebastián Salazar Bondy. El IAC fue la puerta de entrada de los movimientos y escuelas de vanguardia a ese país embotellado que era el Perú, culturalmente hablando. Por eso mismo, el IAC fue una de las víctimas de la dictadura militar del general Velasco Alvarado y debió cerrar sus puertas. Su valiosa pinacoteca solo ha podido ser parcialmente exhibida desde entonces.

Un pequeño grupo de entusiastas lleva años tratando de resucitarlo, haciendo toda clase de esfuerzos, para construir un local propio. Hay que decir que Szyszlo es una de las personas que más entusiasmo y tiempo ha dedicado a este empeño, que, por desgracia, ha tenido muy escaso apoyo de parte de las empresas e instituciones de la sociedad civil y, en lo que concierne al Estado, cuando no total indiferencia, franca hostilidad.

Hace algunos años el IAC realizó una subasta para reunir fondos, de pinturas y esculturas donadas por muchos artistas peruanos y extranjeros. Buen número de los objetores a que el museo lleve el nombre de Szyszlo alegan que ellos donaron obras para aquella subasta y que nunca recibieron información sobre la venta y la manera como se invirtió lo obtenido. En eso, sin duda, les asiste la razón y es necesario que los directivos del IAC suministren cuanto antes la explicación correspondiente. Tengo entendido que en aquella subasta se obtuvo algo más de 600 mil dólares y que con ese dinero se ha construido el esqueleto del futuro museo en un terreno que cedió para tal fin la municipalidad de Barranco. Pero, desde entonces, los directivos del IAC no han podido reunir el dinero que falta para terminar la obra, antes de que se cumpla el plazo en que se comprometieron a inaugurar el local.

Aquí mi historia se interrumpe, para contar otra historia (ambas se juntarán más tarde, como en las novelas) que comienza con el viaje de un importante economista. Estuvo en México y visitó el Museo Tamayo. En Venezuela y conoció el Museo dedicado a Soto. En Colombia lo deslumbró el dedicado a Botero. Y lo mismo le ocurrió en Quito con el de Guayasamín. Se preguntó entonces: "¿Por qué no existe un Museo Szyszlo en el Perú?". Apenas regresó a Lima, reunió a unos amigos y les propuso crear un patronato para reunir fondos destinados a la construcción de un museo que expusiera la obra del gran pintor peruano. La idea fue apoyada con entusiasmo. Hombres ejecutivos, asesorados por excelentes arquitectos, de inmediato buscaron y encontraron una antigua casa de Barranco apropiada para tal fin. Fernando de Szyszlo se enteró de todo esto sorprendido, pues nunca se le había pasado por la cabeza la idea de un museo dedicado a él. Y ofreció donar una importante muestra de su obra a la nueva institución.

Aquí entro yo en la historia, porque, conociendo mi vieja amistad con Szyszlo, los directivos del IAC me llamaron para pedirme que los ayudara en una gestión que acababa de ocurrírseles para salvar el proyecto del IAC, que, debido a la falta de recursos, podía colapsar: proponer a Szyszlo que, a su vez, propusiera a los empresarios que trabajaban en el proyecto del museo dedicado a su obra que fundieran ambas iniciativas en una sola y dedicaran todos los recursos a terminar el Museo de Arte Contemporáneo, el que, por ello mismo, llevaría el nombre del pintor al que querían homenajear.

Hago mea culpa: fui una de las personas que animó a Szyszlo a aceptar dicha propuesta, y él, que es un hombre generoso y que ama a su país, accedió, para que el Perú tuviera por fin un Museo de Arte Moderno. En estos días, leyendo los improperios que llueven sobre él, me digo una vez más que nadie sabe para quien trabaja: queriendo promover una iniciativa que favoreciera sobre todo a los artistas y aficionados al arte del Perú, terminamos llevando a un pintor que admiramos y queremos al paredón y facilitando a todos los que no le perdonan que sea un artista original y fecundo, que exponga tanto en el Perú y en el extranjero, y que sus cuadros enriquezcan tantos museos y colecciones particulares, un excelente pretexto para hacerle pagar caro su talento y su fama.

La envidia que el gigante despierta entre los pigmeos es perfectamente comprensible y, hasta cierto punto, legítima. ¿Cómo no odiarían a alguien que los hace conscientes de su propio fracaso, de su escaso vuelo, acaso de las injusticias que les cerraron a ellos las puertas y oportunidades de triunfar? Lo que nunca he acabado de entender es que la envidia haga presa también de quienes tienen talento y éxito. ¿Acaso el éxito de un artista impide el de otros? En el arte, como en la literatura, el éxito de un colega debe entusiasmarnos, porque un cuadro o un libro no es un producto manufacturado que al triunfar en el mercado derrota a sus competidores. Por el contrario: un objeto cultural crea adicción y aumenta el mercado, obra por la difusión y el éxito de los otros. Entre los firmantes de los manifiestos y diatribas contra Szyszlo hay artistas reconocidos internacionalmente, que gozan de prestigio y venden sus obras a altos precios a clientes que se las disputan. ¿Qué daño les ha hecho ese pintor que, más bien, los ha ayudado, permitiendo que la pintura peruana cruce las fronteras dentro de las que vivía confinada?

Tal vez la explicación esté en el dicho: "Pueblo pequeño, infierno grande". El Perú no es nada pequeño, su territorio es tres veces el de España y su población se va acercando a los treinta millones. Pero en el ámbito de la cultura es todavía Liliput. Y, los creadores de cualquier género viven aquí con un irremediable sentimiento de encierro y marginalidad, de asfixia, lo que exacerba las rivalidades, las guerras intestinas, los odios y emulaciones fratricidas. Y la permanente sospecha de que en este pequeño ámbito no hay espacio más que para uno solo, que si alguien tiene éxito desaparece a los demás. "Tener éxito" en un contexto así significa arrostrar la furia y la enemistad de los colegas. No es extraño, por eso, que tantos escritores y artistas jóvenes sueñen con escapar de esa opresiva trampa y exiliarse a lugares donde crear sea una experiencia más exaltante, menos castradora y sórdida. Yo fui uno de ellos. Desde mi adolescencia estuve absolutamente seguro de que si no escapaba, mi vocación sería derrotada por esa 'madrastra de sus hijos', como llamó a nuestro país el Inca Garcilaso de la Vega.

Szyszlo nunca creyó ni aceptó esto. Para él, crear, pintar, fue siempre inseparable de vivir y luchar aquí, tratar de sacar al Perú de la provincia y el campanario, abrirlo a la modernidad y al intercambio con los grandes centros de la cultura. Y por eso siempre volvió del extranjero a su tierra a seguir dando una batalla cívica y cultural, a la vez que construía su propia obra, rigurosa, ambiciosa y original.

¿Cómo terminará esta escaramuza? En el largo plazo, no me cabe duda alguna. En lo inmediato, me temo que los liliputienses terminen derribando a Gulliver.

© MARIO VARGAS LLOSA, 2006.
© DIARIO "EL PAÍS", SL/ MARIO VARGAS LLOSA. PRISACOM.

sábado, abril 15, 2006

El incidente. Por Jorge Bruce

El renombrado psicoanalista Jorge Bruce opina sobre el "linchamiento simbólico" de Ollanta Humala en la Universidad Ricardo Palma en las elecciones generales del 9 de Abril.

EL INCIDENTE
Cuando lo siniestro retorna como un bumerán

LO OCURRIDO en la Universidad Ricardo Palma con Ollanta Humala y su esposa le puso una seña turbia a la jornada electoral del domingo. En vez de limitarse a "mirar para adelante", tal como sugiere el candidato de UPP, conviene analizar ese incidente, como un síntoma de lo que está ocurriendo en el país. Está claro que esas manifestaciones de rechazo, intolerancia y violencia no fueron activadas por grupos organizados. Fue un efecto de psicología de masas, en donde ciertos afectos, en presencia de un desencadenante ad hoc, se propagan de manera rápida en incontenible. Pero ¿cuáles eran esos afectos? La rabia y el repudio que se expresaron en el local de votación en realidad encubren un sentimiento primario y avasallador: el miedo. Un fantasma siniestro había sido lanzado y retornó como un bumerán.

PÁNICO EN LA RICHI
Fue un linchamiento simbólico, con características de Fuenteovejuna. Cuando esos demonios se desatan, circulan de un cuerpo al otro con la celeridad de una chispa en un recinto repleto de gas inflamable. Los gritos de "¡asesino! ¡asesino!" así como los de "¡Ollanta, Montesinos, la misma porquería!", deben ser entendidos en ese contexto emocionalmente saturado. Probablemente, muchos de los integrantes de esa masa desorganizada sin otra identidad que el rechazo a Ollanta Humala, en el pasado no exhibieron un gran compromiso con los derechos humanos o se preocuparon en demasía por la corrupción montesinista. Acaso esos argumentos éticos sirvieron de soporte para el temor ante la prédica nacionalista, con sus relentes de intolerancia étnica y clasista. Además, ese ha sido uno de los resortes de la campaña humalista: alentar el antagonismo entre los que nada tienen y los que algo tienen, y sobre todo contra los que mucho tienen. Pero esos agresivos y exaltados manifestantes, aglutinados en una mancha humana primitiva, no eran los principales socios de la Confiep ni del Club Nacional. Por lo que se vio en televisión o en las fotografías de los periódicos, procedían de diversas clases sociales (porque no es cierto que en Surco vote solo gente de clase media alta, como sugirió Alan García, tal como no ocurre ni siquiera en San Isidro) que ven en Ollanta Humala algo profunda, oscuramente amenazador. Ese miedo es proyectivo: el comandante encarna la irrupción en el escenario tanto individual como grupal, de contenidos escindidos de violencia racista, desprecio y desconocimiento. Pero a su vez, el militar retirado ha fomentado esos mecanismos de defensa grupales, mediante un discurso calibrado para tocar fibras muy sensibles e infectadas de la sociedad peruana. Hasta su patria es hermosa "como una espada en el aire", en donde la cita del verso de Heraud anuncia algo ominosamente guerrero: las espadas en el aire sirven para mutilar personas, después de todo.

A DESANTAURIZAR
Lo prueba no solo su prédica intimidatoria, incluso "desantaurizada", sino la reacción que se observó en su posterior conferencia de prensa. Se colocó en posición de víctima, operación que le ha venido rindiendo réditos. Muchos peruanos se sienten así, no sin razón, y se identifican con esa actitud. Luego designó culpables en bloque: responsabilizó a Toledo, García y Flores. Esto carece de verosimilitud pero no importa, pues se trata de señalar chivos expiatorios. La imagen del pobre peruano, solo contra los "poderosos" partidos tradicionales, era un regalo envuelto en la rojiblanca que no iba a desperdiciar, aunque para ello tuviera que pisotear las normas electorales. Sin embargo, es interesante anotar que la reacción grupal lo cogió de sorpresa, pues de lo contrario no se entiende cómo expuso a su esposa a una situación de turba tan desagradable como peligrosa. La negación viene por ambos lados. Las proyecciones también.
Una periodista extranjera me relató una anécdota reveladora. El candidato de UPP la recibió en su casa y se presentó a sí mismo con sorna: "Ollanta Humala, el cuco". El verdadero cuco es el que se aloja en lo inconsciente y asoma cuando menos se lo espera, como en la frase supuestamente jocosa: "a ese échenlo al río".


Publicado en la sección Asuntos personales de la revista Somos (N° 1010), suplemento del diario El Comercio, en Lima, Perú, el sábado 15 de Abril de 2006.