viernes, abril 21, 2006

El giro de Humala. Por Andrés Oppenheimer

Andrés Oppenheimer analiza el cambio de discurso del candidato Ollanta Humala en el marco de las elecciones presidenciales peruanas.
El giro de Humala
Por Andrés Oppenheimer
Ollanta Humala, el ex militar ultranacionalista que ganó la primera vuelta de las elecciones presidenciales de Perú, parece estar moviéndose hacia el centro: en una entrevista, me aseguró que, de ser elegido, no expropiará empresas privadas ni cambiará las leyes de prensa, e incluso admitió que "probablemente" Cuba no sea una democracia.
¿Se trata de un giro político sincero, o es una estrategia para ganar votos moderados en la segunda vuelta? Antes de que tratemos de contestar estas preguntas, veamos algunas de las cosas que me dijo el candidato.
Humala, que ya se había distanciado de los comentarios antisemitas y homofóbicos de sus padres y hermanos, rechazó las declaraciones del escritor peruano Mario Vargas Llosa, en el sentido de que si llegaba a la presidencia sería un discípulo del presidente venezolano Hugo Chávez y del dictador cubano Fidel Castro. "No es cierto", dijo Humala. "El señor Vargas Llosa es un magnífico novelista, que está entrando en un terreno en el que nunca le ha ido muy bien".
"¿No se ha colocado usted mismo en ese rincón? -le pregunté-. Usted encabezó una rebelión militar, como Chávez; luego se proclamó un admirador de Chávez; luego fue visto en televisión asintiendo con la cabeza cuando Chávez lo apoyó públicamente en una ceremonia en Caracas el 3 de enero de este año."
"No", respondió Humala. "Jamás dije que tengo admiración; no he empleado esa palabra hablando de Chávez, porque sería apresurado calificar un proceso que todavía está en marcha. Sí admiro la vida de Mahatma Gandhi, de Martin Luther King", afirmó.
Respecto de la rebelión militar del 29 de octubre del 2000, Humala dijo que fue "un levantamiento muy diferente de los golpes militares tradicionales, [como los] que Estados Unidos promovió y apoyó en la década de los 70. Nuestra insurgencia militar no fue para interrumpir el proceso democrático; fue al revés".
"Entonces, ¿usted piensa que hay golpes buenos y golpes malos?", le pregunté.
"Es que en realidad no fue un golpe. Jamás intenté llegar al Palacio de Gobierno", respondió Humala. "En medio de una crisis en la que miembros de la clase política de Perú pretendieron darle un año más de vida política [al ex presidente Alberto] Fujimori, contra la voluntad del pueblo peruano; ahí es donde salta una unidad militar que yo tuve el honor de comandar."
Al ser interrogado sobre su promesa de "nacionalizar" la economía, dijo: "Es un concepto que utilizo en un sentido no autoritario y democrático. «Nacionalizar» no significa `estatizar´; no significa `expropiar´. Esas son metodologías de los años setenta".
"Yo hablo de darle un papel más importante al Estado, a través del cobro de tributos, regalías, impuestos a la renta. Puede ser a través de una ampliación accionarial si el Estado está en capacidad de invertir", añadió.
Sobre Cuba, dijo: "Evidentemente, de acuerdo con los estándares que tenemos, probablemente Cuba no califique como un país democrático", pero añadió inmediatamente, con ironía: "Perú es democrático: hemos democratizado la pobreza".
Mis conclusiones: Humala es un político astuto y más preparado de lo que yo pensaba. Lo que me preocupa de él no es su línea económica, que podría cambiar en el futuro a medida que descubra que Perú no puede crecer sin inversión, sino el hecho de que no tome distancia de su pecado original: la rebelión militar que encabezó en el 2000.
¿Por qué es preocupante eso? Porque estamos viendo -primero, en Venezuela; después, en Ecuador; ahora, en Perú- el mismo fenómeno: un oficial del ejército con ambiciones políticas organiza una rebelión militar, gana notoriedad sin gastar un centavo en publicidad, sale de la prisión con un discurso radical destinado a mantener su nombre en las primera planas, sube en las encuestas, se postula para presidente y gana.
Quebrar el estado de derecho se está convirtiendo en una receta para ganar elecciones. Eso es un precedente peligroso.

1 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Para mí está más que claro que el gobierno de Humala sería un gobierno de derecha con tintes fascistas. Openheimer no está en el Perú y tardó en darse cuenta. Pero los peruanos tardarán más en darse cuenta.

abril 21, 2006 9:41 a. m.  

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