martes, abril 25, 2006

El ejemplo del presidente chino. Por Andrés Oppenheimer

Cuando el presidente chino Hu Jintao visitó Estados Unidos la semana pasada, su primera escala no fue la Casa Blanca, sino las oficinas de Microsoft y de Boeing en Seattle. Los presidentes latinoamericanos harían bien en tomar nota de este pequeño detalle.
No es de extrañar que, aunque haya habido una leve recuperación de las inversiones en América latina en los últimos dos años, el porcentaje de la inversión mundial que recibe la región esté disminuyendo. Un nuevo estudio de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) muestra que mientras en la década de 1980 las inversiones extranjeras en América latina eran el 12% de la inversión en el nivel mundial, el porcentaje ha disminuido al 8% en la actualidad.
Al comentar la visita de Hu a Seattle, el principal experto de la Cepal en inversiones extranjeras, Michael Mortimore, me dijo que en América latina no se veían muchos casos parecidos. "La mayoría de los presidentes latinoamericanos viajan a Europa o a China en misiones comerciales con comitivas de 60 empresarios, pero no hay muchos presidentes que vayan a las sedes de las compañías", señaló.
Hay excepciones, claro. Pero mientras China y sus vecinos asiáticos están cortejando abiertamente a las empresas extranjeras y visitando a los empresarios estadounidenses, muchos presidentes latinoamericanos o bien ignoran a las multinacionales o las insultan para el aplauso de la tribuna.
El presidente venezolano Hugo Chávez y su colega boliviano Evo Morales critican casi a diario a alguna compañía extranjera. Y el presidente argentino, Néstor Kirchner, fue noticia dos años atrás cuando dejó esperando durante 45 minutos en su despacho a la entonces presidenta de Hewlett Packard, Carly Fiorina, hasta que la empresaria se cansó de esperar y se fue.
Según un reciente estudio de la Conferencia de Naciones Unidas para el Comercio y el Desarrollo (Unctad), las inversiones extranjeras en América latina y el Caribe cayeron de un promedio de US$ 83.000 millones anuales a fines de los noventa a US$ 72.000 millones el año pasado. Mientras tanto, la inversión extranjera en China subió de US$ 43.000 millones a US$ 60.000 millones, en el resto de Asia aumentó de US$ 110.000 millones a US$ 172.000 millones, y los países de Europa del Este de US$ 10.000 millones a US$ 50.000 millones.
Pero lo más preocupante es que muy pocas de estas inversiones fueron a las industrias de la economía del conocimiento, como las que se dedican a la investigación y al desarrollo de patentes de software o nuevas medicinas, que son las que producen el mayor impacto económico.
La mayoría de las inversiones extranjeras en Sudamérica fueron a industrias de extracción de minerales u otras materias primas, o a plataformas de venta de productos como teléfonos celulares o automóviles.
Investigación y desarrollo
Segun la Unctad, entre 1994 y 2002 las empresas multinacionales estadounidenses aumentaron sus operaciones de investigación y desarrollo en países en vías de desarrollo de un 7,6% a un 13,5%. Sin embargo, casi todas estas inversiones fueron a países como la India y China. Las inversiones en investigación y desarrollo en América latina en el mismo período cayeron de un 4% a un 3,2 por ciento.
"En otros países, estamos viendo inversiones extranjeras de mayor calidad´´, me dijo José Luis Machinea, secretario general de la Cepal.
Parte del problema, además de la baja calidad de la educación en muchos países latinoamericanos, es que la mayoría de los países de la región no buscan activamente las inversiones extranjeras en industrias del conocimiento, dicen los expertos.
Mi conclusión: en América latina, donde hay viejas sospechas -en algunos casos justificadas- sobre las compañías multinacionales, muchos presidentes no quieren ser vistos cortejando demasiado abiertamente a estas empresas. La gran ironía es que el país comunista más grande del mundo lo está haciendo a más no poder y logra atraer cada vez más inversiones y reducir dramáticamente sus índices de pobreza.
Escrito por Andrés Oppenheimer. Artículo publicado en La Nación de Argentina.