lunes, abril 24, 2006

Los antis y el mal menor. Por Nelson Manrique

Algunos graves cuestionamientos al candidato Alan García, dejados de lado durante la campaña, son recordados por Nelson Manrique, en relación a las elecciones presidenciales.
Los antis y el mal menor
Por Nelson Manrique
Durante la campaña electoral de 1990, un amigo, con buenos contactos en el Fredemo, me contó que Mario Vargas Llosa decía que se proponía poner a Alan García en prisión por corrupción y que no aceptaría ninguna componenda política sobre el punto. No he podido menos que recordar esta anécdota después de leer un artículo en el que el mismo Vargas Llosa llama hoy a una alianza de todos con Alan García, el mal menor, para impedir la catástrofe autoritaria que nos espera si Ollanta Humala llega al poder.
En un sentido, independientemente de cuál sea el resultado de la segunda vuelta, Alan García ya ha ganado estas elecciones. Si se observa las acusaciones que se le han formulado, por su papel durante su desastroso gobierno, estas se han limitado a que fue un inepto como presidente: un pecado -como diría Luis Bedoya Reyes-, pero no un delito. Así, se le reprocha a García ser inmaduro y tarambana, pero su responsabilidad en la corrupción que campeó durante su régimen simplemente ha desaparecido de la memoria política.
Con relación a los delitos que se le imputaban (que incluyen los negociados en torno al tren eléctrico, la compra de los Mirage, el manejo de las reservas peruanas y el BCCI, etc.), Alan García decidió acogerse a la figura legal de la prescripción. Esta se produjo porque mientras vivía en París se cumplió el plazo legal para enjuiciarlo. Pudo después ponerse voluntariamente a disposición del Poder Judicial para demostrar su inocencia y ser legalmente absuelto, pero prefirió ampararse en el argumento de que Fujimori y Montesinos lo habían investigado y no habían podido probarle nada, lo cual demostraba su inocencia; como si semejante par pudiera avalar la inocencia de alguien. Legalmente estaba en su derecho, no así éticamente. Es una muestra de laxitud moral que esto quede sin sanción. Esta elasticidad en los valores éticos es la mejor garantía que tiene Alberto Fujimori de que pronto quedará también limpio de polvo y paja. Y ya tenemos a varios parlamentarios coqueteando con los fujimoristas para asegurarse una alianza conveniente.
¿Qué nos depara Ollanta Humala? Sobre todo, una enorme improvisación y graves denuncias por violaciones de los derechos humanos. No sé cómo llamarse izquierdista y hacer la vista gorda ante semejante denuncia. Pero hablar de Alan García como defensor de la democracia, frente al autoritarismo de Humala, cuando el primero lleva de vicepresidente a Luis Giampietri y declara su entusiasmo por los jueces sin rostro y por disolver el Parlamento, es un mal chiste.
Desde 1990 vengo votando -como supongo le sucede a muchos peruanos- por el mal menor y confieso que ya estoy cansado. Si encima hay que escoger guiados por el 'anti' -antialanismo, antihumalismo- esta democracia solo ofrece más de lo mismo. Si la renovación de un gobierno va a limitarse a escoger el menos malo, en lugar de elegir al mejor, algo anda muy mal en el sistema.

Artículo publicado por Nelson Manrique en el diario Perú 21.