miércoles, mayo 31, 2006

Gigante con pies de barro. Por Vicente Massot

La ola de violencia urbana que paralizó Sao Paulo, la ciudad más grande de América del Sur, es comentada por Vicente Massot, analista político, en un artículo para La Nación de Argentina.

Gigante con pies de barro
Por Vicente Massot

Si Brasil decidiera mirarse en el espejo -algo que seguramente hará, en atención al asalto que el crimen organizado enderezó contra su corazón productivo y político días atrás- la imagen que le devolvería el cristal sería menos la de un líder subcontinental indiscutido que la de un país aquejado por el brutal contraste entre su formidable pujanza económica y su notable incapacidad para monopolizar, estatalmente, el ejercicio de la violencia.

Contra lo que de ordinario se estila decir respecto de sus índices de pobreza, exclusión y marginalidad social, no reside en éstos lo esencial del problema. Porque también son una realidad, en mayor o menor medida, en las otras tres naciones que han dado lugar al término BRIC -Brasil, Rusia, India, China- y, sin embargo, sería inimaginable que las mafias asiáticas paralizaran y pusieran bajo asedio a Moscú, Nueva Delhi o Pekín de la misma forma que lo han hecho, hace un año, poco más o menos, el Comando Vermelho, en Río de Janeiro, y ahora, de manera superlativa, el Primeiro Comando da Capital (PCC), en San Pablo.
Exagera, sin duda, el ex jefe de gabinete y hombre fuerte del presidente Lula, José Dirceu, al sostener que Brasil asiste a una guerra civil, pero no falta a la verdad al afirmar que el crimen organizado quiere imponerse como una fuerza paralela al Estado. La contienda de baja intensidad de tipo urbano que, sin prisa y sin pausa, viene desarrollándose en el vecino país desde hace años demuestra, al mismo tiempo, la endeblez del aparato de seguridad brasileño y la dimensión del desafío que, a expensas del mismo, ha decidido llevarle el PCC.
Aun cuando la ofensiva en la ciudad más importante de América latina, en términos económicos y demográficos, tuvo una componente de guerrilla urbana indisimulable, ese factor no parece ser determinante en la estrategia mafiosa. Es cierto que pone de manifiesto el poder de fuego de la organización y el grado de adiestramiento de sus cuadros para consumar exitosamente el propósito que se habían fijado. No obstante, el brazo militar responde a una directiva política.
Es conveniente, entonces, descartar cualquier teoría conforme a la cual el Comando Vermelho, el Amigo dos Amigos, el Terceiro Comando Puro y el Primeiro Comando da Capital son sólo sofisticadas bandas delictivas, de las muchas que en nuestros días pueblan esta parte de América y que, con distintos nombres y características, también aparecen en otros continentes. Al utilizar, pues, conceptos tales como guerrilla urbana, criminalidad organizada y guerra de baja intensidad, para enumerar los de mayor peso, hay que cuidarse de no incurrir en generalizaciones excesivas o reduccionismos absurdos.
Efectivamente, la muerte de 150 personas -un tercio, integrantes de la policía-, sin contar los asaltos y atentados de todo tipo registrados en San Pablo, fueron el resultado de una modalidad de lucha emparentada con la de los partisanos urbanos. Mas el PCC poco o nada tiene que ver con los movimientos irregulares revolucionarios que asolaron el subcontinente en las décadas del 60 y el 70 del pasado siglo. El Primeiro Comando no puede parangonarse ni con Al Capone ni con las FARC colombianas ni con el cartel de Juárez, ni tampoco con la Omertá italiana. Se desenvuelve conforme a una estrategia sin tiempo y es capaz de disciplinar, militarmente, a unos cuadros con la pericia suficiente como para poner en jaque a San Pablo, aunque ni por asomo se plantea la toma del poder político. Ello invalida cualquier paralelo que pudiera trazarse con organizaciones cuyo fin es disputarle el manejo de una nación al gobierno de turno. Pero si carece de puntos de contacto respecto del ERP, Tupamaros, Montoneros y el MIR, por su formación, estructura y alcances tampoco es semejante a los carteles criminales -el de Juárez, en México, o los de Cali y Medellín, en Colombia- de todos conocidos.
No es exagerado pensar que lo sucedido en San Pablo representa el mayor reto sufrido por el Estado brasileño en el último medio siglo, a condición de aclarar de qué se trata. Por de pronto, si las hostilidades se desataron cuando unos 800 presos -entre ellos buena parte de la cúpula del PCC- fueron trasladados a una cárcel de máxima seguridad y se llamaron a sosiego luego de un pacto gestado entre el gobierno paulista y los dos jefes principales de la insurrección, es pertinente reconocer que se le ha reconocido al PCC un status de legitimidad.
El Estado y el Primeiro Comando no son contendientes en igualdad de condiciones y nadie en su sano juicio podría comparar sus respectivos poderes. Sin embargo, esta particular expresión delictiva -en la medida en que controla casi todas las prisiones paulistas, que maneja un presupuesto de casi 500.000 dólares mensuales, que desde sus cuarteles generales en las distintas penitenciarías administra el tráfico de drogas, fulmina sentencias de muerte contra sus enemigos y ha montado una red de ayuda social para sus afiliados- le disputa al Estado parte de sus atribuciones. No pretende tomarlo por asalto -iniciativa por completo descabellada-, aunque arrastra el propósito de establecer una convivencia de hecho que el Estado brasileño, en teoría, no puede aceptar, si bien en la práctica no tiene más remedio que tolerar. En casos extremos, hasta le es menester pactar la enemistad con sus representantes. La principal causa de los topes a que ha llegado esta guerra no es la pobreza, ni la exclusión, ni la marginalidad -que resultan, sin duda, condiciones inmejorables para darle andadura al PCC-, sino la debilidad del Estado. En cualquier espacio político donde la violencia se privatiza en una magnitud como la evidenciada en San Pablo, la responsabilidad le compete al poder legal, cuya reserva estricta del ejercicio de la fuerza es la base de todo orden societario.
Si se analizan las palabras de "Marcola", uno de los cabecillas de la organización criminal paulista -en la entrevista que dio inmediatamente después de los episodios de público conocimiento- fácilmente se entenderá cuanto venimos diciendo en punto al poder paralelo que ha consolidado su comando, ante la impericia, desidia e irresponsabilidad del gobierno brasileño: "Quisimos que nos escucharan por las buenas. No lo hicieron y entonces tuvimos que llamar la atención. Ellos tomaron la iniciativa de trasladarnos y quebraron la ley, la Constitución".
Lo que parece una impertinencia de parte del capo mafioso, en realidad trasparenta, de manera brutal, unas reglas de juego tácitas que el crimen organizado da por buenas y pretende que tengan vigencia y se cumplan a rajatabla.
La gran ventaja con la que cuentan los comandos brasileños es que la capacidad del Estado paulista o carioca para eliminar las desigualdades, crear más empleos, educar a la población en edad escolar y reducir a niveles del Primer Mundo los índices de pobreza y exclusión, siempre será inferior a la rapidez de las mafias para sacar provecho de la situación. En el mejor de los casos, llevará décadas revertir la desigualdad social lacerante que existe en Río de Janeiro y en San Pablo. En tanto, el PCC acrecentará su poder sin solución de continuidad.
¿Qué hacer, pues? Descartada la idea de que la guerra está perdida y, por tanto, que lo que le convendría al Estado sería aceptar tamaña evidencia y convivir, más o menos civilizadamente, con las mafias, y puesta en su debido lugar la noción de que la contienda no tendrá fin en tanto haya una situación social escandalosamente injusta, sólo queda, de cara no a las próximas décadas, sino al aquí y ahora, repensar la respuesta estatal a un desafío de carácter excepcional.
El meollo de la cuestión es la debilidad del Estado. Mientras en términos de seguridad Brasil sea un gigante con pies de barro, la solución estará lejos.

Enlace: http://www.lanacion.com.ar/810301

domingo, mayo 14, 2006

Ollanta Humala acorta distancias

La encuesta de Apoyo publicada hoy por el diario El Comercio indica que el candidato Ollanta Humala acortó la distancia que lo separa de Alan García entre el 5 y el 12 de Mayo de 2006. Los datos se refieren a los votos válidos para la segunda vuelta de las elecciones presidenciales peruanas.

5 de mayo:
Alan García: 57%
Ollanta Humala: 43%

12 de mayo:
Alan García: 56%
Ollanta Humala: 44%

lunes, mayo 08, 2006

Despedida a un combatiente. Homenaje a Jean François Revel

La Nómina de huesos, con Rodrigo The Runa a la cabeza, tiene una deuda impagable con Jean François Revel (1924 - 2006). Nacido con el nombre de Jean-François Ricard, escribió, entre otros, ese libro llamado Las ideas de nuestro tiempo que en traducción castellana fue frecuentado por el Runa de la manera compulsiva que sólo es posible en la adolescencia.

En recuerdo de Revel, Mario Vargas Llosa escribió este lúcido artículo en su Piedra de toque.

Despedida a un combatiente
Por Mario Vargas Llosa

La muerte de Jean François Revel abre un vacío intelectual en Francia que, en lo inmediato, nadie va a llenar, priva a la cultura liberal de uno de sus más lúcidos y aguerridos combatientes y nos deja a sus lectores, admiradores y amigos con una sobrecogedora sensación de orfandad.

Había nacido en 1924 en Marsella y aprobado todos los requisitos que en Francia auguran una carrera académica de alto nivel (Escuela Normal Superior, agregación en Filosofía, militancia en la resistencia durante la ocupación) y enseñado en los institutos franceses de México y Florencia, donde aprendió el español y el italiano, dos de los cinco idiomas que hablaba a la perfección. Su biografía oficial dice que su primer libro fue "Pourquoi des philosophes?" (1957) (¿Para qué los filósofos?), pero, en verdad, había publicado antes una novela, "Histoire de Flore", que, por excesivo sentido de autocrítica, nunca reeditó. Aquel ensayo, y su continuación de cinco años después, "La Cabale des dévots" (1962) (La Cábala de los devotos) revelaron al mundo a un formidable panfletario a la manera de Voltaire, culto y pugnaz, irónico y lapidario, en el que la riqueza de las ideas y el espíritu insumiso se desplegaban en una prosa tersa y por momentos incandescente. Recuerdo haberlos leído sorprendido, sacudido, irritado y, a fin de cuentas, con inmenso placer. Todos los grandes íconos en aquellos años quedaban bastante despintados en esos ensayos que denunciaban el oscurantismo gratuito, pretencioso y tramposo del lenguaje en que se expresaba buena parte de la filosofía de moda (de Lacan a Heidegger, de Sartre a Teilhard de Chardin, de Merleau-Ponty a Lévy-Strauss). El panfleto, en el siglo dieciocho, no era en modo alguno esa forma retórica de diatriba vulgar y casi siempre insustancial que define en nuestra época aquel concepto, sino una comunicación polémica de alta cultura, un desafío semejante a las cartas de batalla medievales pero en el orden de las ideas, que empleaban los mejores talentos, volcando en esos textos sus mejores prendas intelectuales, para llegar a un público más vasto que el de los especialistas. Entre las mil actividades que desempeñó Jean François Revel, figura la de haber dirigido en la editorial inconformista de J.J. Pauvert una excelente colección, llamada "Libertés", de panfletos en la que figuraban Diderot, Voltaire, Hume, Rousseau, Zola, Marx, Breton y muchos otros.

A esa dinastía de grandes polemistas, rebeldes y agitadores intelectuales pertenecía Jean François Revel y fue una verdadera suerte para la cultura de la libertad que, en 1963, abandonara su carrera universitaria para dedicarse de lleno al periodismo y a escribir sus ensayos, que llegaron a un público muy vasto, gracias al esfuerzo que hizo siempre, muy coherente con las críticas que había formulado a sus colegas filósofos, de conciliar el rigor intelectual con la claridad de la expresión. En esto fue todavía mucho más lejos que Raymond Aron, su amigo y maestro y a quien heredó la responsabilidad de ser el gran valedor de las ideas liberales en un país y en un momento histórico en que "el opio de los intelectuales" (como llamó Aron al marxismo en un ensayo célebre) tenía poco menos que hechizada a la intelectualidad francesa (La obnubilación llegó a tal extremo que el inteligente Sartre había declarado, a su regreso de un viaje a Moscú: "La libertad de crítica es total en la Unión Soviética"). Todos los libros de Revel, sin excepción, están al alcance de un lector medianamente culto, pese a que en algunos de ellos se discuten asuntos de intrincada complejidad, como doctrinas teológicas, eruditas polémicas de filología o estéticas, descubrimientos científicos o teorías sobre el arte. Nunca recurrió a la jerga especializada ni confundió la oscuridad con la profundidad. Fue siempre claro sin ser jamás superficial. Que eso lo consiguiera en sus libros, ya es un mérito; pero lo es todavía más que esa fuera la tónica de los centenares de artículos que escribió, en las publicaciones en que a lo largo de más de medio siglo comentó cada semana la actualidad: "France Observateur", "L'Express" (del que fue director) y "Le Point".

Por ignorantes, o para tratar de desprestigiarlo, muchos cacógrafos lo han presentado en estos días como un pensador 'conservador'. No lo fue nunca. Fue, en su juventud, un socialista, y por eso se opuso, con críticas acerbas, a la Quinta República del general de Gaulle ("Le Style du Géneral", 1959), y todavía en 1968 se enfrentó, en un ensayo sin misericordia, a la Francia de la reacción ("Lettre ouverte a la droite"). El año anterior, había sido candidato a diputado por el partido de François Mitterrand. Toda su vida fue un republicano ateo y anticlerical, severísimo catón del espíritu dogmático de todas las iglesias y en especial la católica, un defensor del laicismo y del racionalismo heredados del siglo de las luces (se explayó al respecto con sabiduría y humor en su libro-polémica con su hijo Matthieu, monje tibetano y traductor del Dalai Lama: "Le Moine et le Philosophe" (1997)). Dentro del espectro de variantes del liberalismo, Revel estuvo siempre en aquella que más se acerca al anarquismo, aunque sin caer en él, como sugiere aquella insolente declaración del principio de sus memorias: "Aborrezco a la familia, tanto aquella en la que nací como las que yo mismo fundé".

Pero es verdad que el grueso de sus críticas, y esos libros que provocaron verdaderos seísmos intelectuales en el seno de la corrección política, se dirigían a esa izquierda enemistada con la cultura democrática, la sometida al dogmatismo marxista o maoísta, y, sobre todo, a la acobardada y paralizada por el temor de ser acusada de "venderse a la reacción", que sirvió en tantos países de Caballo de Troya del totalitarismo, y a la proliferación de una literatura política supuestamente progresista sin vuelo, sin músculos y sin alma, hecha de lugares comunes y retórica estupefaciente. "La Tentation totalitaire" (1976), "Comment les démocraies finissent" (1983), "Le Terrorisme contra la démocratie" (1987) y "La Connaissance inutile" (1988) provocaron intensas y estimulantes polémicas y sirvieron para mostrar que un pensador liberal podía ser, si tenía el talento, la cultura y la valentía de un Revel, de encarnar el verdadero espíritu inconforme y trasgresor en tiempos de abdicación y aplatanamiento moral de la izquierda democrática.

Pero sería una gran injusticia hablar de Jean François Revel solo como un ensayista político. En realidad, fue un humanista moderno, con curiosidades por todo el abanico de vocaciones y disciplinas, las letras y las artes, como testimonian sus libros y sus artículos que versan sobre los temas más diversos. Pero en ninguno de los temas sobre los que escribió aparecía como un mero diletante. Su ensayo sobre Proust es delicado y sensible, una lectura original, con algunos hallazgos sorprendentes. Y también lo son sus escritos sobre el arte, y la crítica de arte, que revelan una larga frecuentación de museos, galerías y bibliotecas afines. Su hermosa "Antología de la Poesía Francesa" (1991) muestra una curiosa mezcla de amor por la tradición y la vanguardia al mismo tiempo y es, como todo lo que escribió, iconoclasta y original. Su libro sobre gastronomía, "Un festín en paroles" (1979) es, qué duda cabe, el libro de alguien que sabía muy bien de lo que hablaba. Verlo disfrutar de la comida era un espectáculo, solo comparable al que ofrecía Pablo Neruda frente a una mesa llena de manjares. Todo su inmenso amor a la vida --a esta vida, la única en la que creía-- transparecía allí, en el brillo feliz de sus ojos, en la seriedad con que probaba cada bocado, en la gran sonrisa que era signo inequívoco de su aprobación.

Desde que, en su juventud, pasó dos años en México, como profesor, se interesó en América Latina, leyó mucho su literatura y estudió su historia y siguió sus avatares políticos con la seriedad y la falta de prejuicios que le permitieron conocer al continente de las esperanzas frustradas como muy pocos intelectuales europeos. También en este campo dio una batalla que nunca podremos agradecerle bastante los latinoamericanos. Es verdad que no era suficiente contrapeso al inmenso caudal de estereotipos y distorsiones que anegan por lo general los artículos y ensayos sobre América Latina que se publican en Europa, pero sin él las cosas hubieran sido todavía mucho peor. Cada una de las giras de Jean François Revel por los países latinoamericanos en las últimas tres décadas fueron enormemente positivas y gracias a él, por ejemplo, el venezolano Carlos Rangel se animó a publicar sus magníficos ensayos.

El temible polemista era un hombre bueno, generoso, un amigo leal, deslumbrante en las conversaciones de pequeños grupos, cuando, con una copa en la mano, se abandonaba al chisme, la anécdota, la picardía y el humor, inmensamente divertido. Parecía haberlo leído todo, pues sobre casi todo hablaba con una solvencia tranquila y una memoria de elefante, pero no había en él ni asomo de pedantería. Todo lo contrario. Nos conocimos a principios de los años setenta y, desde entonces, fuimos amigos, y también, creo que puedo decirlo sin parecer jactancioso, compañeros de barricada, porque ninguno de los dos se avergonzaba de ser llamado un liberal, palabra que, a pesar de todas las montañas de insidia con que han querido ensuciarla en estas décadas, sigue siendo, para mí, como lo era para Revel, una palabra hermosísima, pariente sanguínea de la libertad y de las mejores cosas que le han pasado a la humanidad, desde el nacimiento del individuo, la democracia, el reconocimiento del otro, los derechos humanos, la lenta disolución de las fronteras y la coexistencia en la diversidad. No hay palabra que represente mejor la idea de civilización y que esté más reñida con todas las manifestaciones de la barbarie que han llenado de sangre, injusticia, censura, crímenes y explotación la historia humana. Y pocos intelectuales modernos obraron tanto como Revel para mantenerla viva y operante en estos tiempos difíciles.

Querido Jean François, te vamos a extrañar.

PARÍS, 2 DE MAYO DE 2006
© MARIO VARGAS LLOSA, 2006.
© DIARIO "EL PAÍS", SL/ MARIO VARGAS LLOSA. PRISACOM.

domingo, mayo 07, 2006

Tiburones al ataque. Por Carlos Iván Degregori

Por eso estamos como estamos. Y por eso hasta el momento me alineo con el 20% que votará en blanco y viciará su voto, esperando y trabajando por el país.
"El tiburón cuando mata / tiñe en sangre sus aletas / pero Maki tiene guantes / para ocultar sus hazañas." Así decía una canción de la "Ópera de dos por medio". Será por eso que todos hablan de Humala pero pocos de los avezados tiburones que con guante de seda han regresado al Congreso de la mano de Keiko Sofía, que parece La Sirenita, pero es una señora siniestramente cómplice de las tropelías del mayor delincuente de nuestra historia reciente, testigo silenciosa de los maltratos de su madre. Ella llega junto con Santiago, tan parecido a su hermano, Chino, Chino, Chino, y una veintena de personajes curtidos en el encubrimiento y la arbitrariedad. Ingresan bailando de la mano, mientras Satomi, con el look de Memorias de una geisha, los bendice desde lejos haciendo el paso del avión y derramando lágrimas de tiburón con sus amigos de la ultraderecha nipona.
Regresan y nadie hace mucho ruido. Para algunos analistas, es que el fujimorismo fue solo un autoritarismo competitivo, dictadura apenas por 18 meses. No incorporan en sus análisis el envilecimiento en que el régimen sumió al país en esa década. Que pase Laura Bozzo, a ver si así despiertan del sueño.
Pero sospecho que muchos de los que persiguen a Humala, porque no pagó S/.40 en algún restaurante, dicen muy poco sobre los fujimoristas porque estos no cuestionan el manejo económico. Después de todo, en ese aspecto el toledismo fue en buena medida un fujimorismo sin Fujimori.
Por eso la deferencia, casi reverencia con que se ha tratado a Martha Chávez en muchos medios durante esta campaña. Lourdes fue a la boda de Keiko. ¿Nobleza obliga o amor a los chicharrones? García tampoco le hace ascos al "pueblo fujimorista" y, para ganárselo, ofrece mano dura y pena de muerte, que eran condimentos fuertes en la cocina del Chino. Que pregunte a los presidentes centroamericanos cómo les va con ese menú. Cuando la mano dura no funciona viene el puño de hierro y luego, imagino, el rayo de la muerte de Darth Vader, pero el problema continúa. Tampoco Humala toma suficiente distancia y dice que merecen respeto quienes fueron elegidos por el voto popular. Hitler también lo fue.
Cierto, Alianza por el Futuro ha sacado una votación respetable, acrecentada por la desilusión causada por el toledismo, su incapacidad para reemplazar el eficaz populismo mediático de Fujimori. Es cierto que hay que tener en cuenta las demandas y el estado de ánimo del "fujimorismo social", pero no a cambio de concesiones en el tema de la impunidad para Fujimori. Olvidar la "mano dura" donde más se necesita sería éticamente imperdonable, un posible suicidio político y una segura desgracia para el país.
Extraño. Nunca las relaciones entre Perú y Venezuela se entrelazaron de manera tan turbulenta desde los tiempos de Bolívar. Si Humala gana, lo hará, entre otras causas, por la arrogancia y la ceguera de nuestras élites, tan parecidas en ciertos aspectos a las venezolanas. Y no sé si con petróleo las nuestras lo hubieran hecho mejor. Allí están las rupturas del gasoducto y la reacción del MEF para sustentar mi escepticismo.
Si Humala pierde, aparte de sus errores, su derrota se habrá sellado en Caracas, gracias a los insólitos arrebatos del engreído venezolano, que este año no ha dejado de morder la mano que le da de comer, la de Bush, distraído con abastecedores más destemplados y peligrosos como Irán. La matonería de Chávez está hundiendo a Humala, a pesar de la reciente reunión en La Habana, donde, dicen los enterados, Fidel recibía a Chávez con un balde muy frío y le decía: échate agua m'hijo, cálmate, ajuíciate. Curtido en lides internacionales, el cubano moderaba a Chávez cuando se le subía la fiebre.
Funcionó el año pasado en las relaciones colombo-venezolanas, pero esta vez al patriarca se le ha notado en pleno invierno, demasiado necesitado de petróleo y esperanzado en una ALBA incierta, que le llega sin embargo cuando ya su crepúsculo se va volviendo noche. Y así, desde La Habana, Chávez ha seguido regalándole puntos a García.
Lo cual no le quita responsabilidad a Humala, que lo escogió como sponsor, y que arrastra un pasado y un presente que son como para no darse un chapuzón en las playas por las que merodea, por más soleadas que estén.
Primero fue el semanario Ollanta, fascista de brocha gorda, la otra cara de los panfletos de Sendero Luminoso. Después llegó Ollanta, el candidato, y su joven compañera. Otra cosa. Con más dificultades que Lourdes, lograron poner en sordina a la familia. Pero en esa olla que exhiben en sus manifestaciones se cocinan ingredientes muy diversos.
Por un lado, su promoción. Detrás de cada militar hay una promoción. Y en esta hay gente que trabajó con Montesinos y ahora pasa caleta. Por otro lado, está el mercado persa de congresistas y militantes, conglomerado aluvional semejante a los que conocemos en demasía después de tres lustros de outsiders. Por último, los asesores: algunos empresarios y un número creciente de izquierdistas, que se ubican en la comisión de plan de gobierno. Nadie sabe si con estos ingredientes saldrá un puchero novoandino o una pócima letal.
Hay que apostar, dicen algunos izquierdistas. La política siempre tiene algo de apuesta. Cierto, pero es diferente jugar la tinka que apostar -digamos- en una carrera de caballos o una pelea de box (sin mafiosos detrás del resultado). En este último caso, lo que los 'burreros' estudian para apostar es la línea de carrera. Y por allí la perspectiva se ve fatal.
Es el mismo pueblo que votó por la izquierda en la década de 1980 y luego se dispersó, dicen otros. Sí, pero el pueblo no es homogéneo y los tiempos cambian. Después del informe de la CVR y de la experiencia de Fujimori, sabemos que el pueblo también es capaz de actuar con gran violencia, de aceptar el autoritarismo o sentir nostalgia por el clientelismo.
Humala tendría que comenzar por deslindar tajantemente con Chávez... pero quién eres tú para venir a decirnos qué hacer, dirán con razón. Mas hay algo en lo que sí tenemos el derecho de opinar, porque se trata de posibles delitos de lesa humanidad, y me refiero a Madre Mía. Era solo capitán, dicen los blogs humalistas, mucho peores fueron algunos altos mandos como Giampietri. Posiblemente, pero la responsabilidad moral no es divisible. No es que haya una cantidad determinada de responsabilidad que pueda dividirse entre los participantes en un acto condenable. Tomemos el caso emblemático del Holocausto. No podemos exonerar de responsabilidad al ferroviario que conducía los trenes con judíos a Auschwitz simplemente porque había mucha gente implicada en el proceso que los llevaba a su muerte (los SS que los apresaban, los jefes de los campos de concentración, los operadores de las cámaras de gas). Cada uno, en su nivel, era cómplice y responsable por jugar un papel en esos hechos. Que el jefe máximo tuviera la mayor responsabilidad, está fuera de duda, pero su responsabilidad no disminuye la de los otros actores.
Cierto, esto no fue el Holocausto; no sabemos si Humala es culpable y en la otra plancha más de uno tiene techo de vidrio. Pero lo que le daría autoridad moral sería asumir su grado de responsabilidad y atreverse a emplazar a quienes fueron sus superiores a que asuman la suya. En esos años, el río Huallaga fue la mayor fosa común de nuestra historia. Y desde esa ubicación, emplazar a García y a Giampietri a que hagan lo mismo. Porque entre las recomendaciones de la CVR, que Humala ofrece cumplir, tanto o más importantes que las reparaciones son las reformas institucionales, en su caso la de las Fuerzas Armadas. Sería el mayor favor que podría hacerle a su candidatura, al país y a su institución.
A García ni pedírselo porque, ojalá me equivoque, ha adquirido el rigor mortis de quien será cínico hasta el fin de sus días. En el caso de Humala, a decir verdad, las posibilidades tienden también a cero, porque dirán que así no es la política. Y yo diré que por eso estamos como estamos, y que por eso hasta el momento me alineo con el 20% que votará en blanco o viciará su voto, esperando y trabajando porque el país supere la maldición de no tener una derecha liberal consecuente ni una izquierda democrática.

Publicado en el diario Perú 21 el 7 de mayo de 2006.

viernes, mayo 05, 2006

Los laboristas de Blair pierden las elecciones municipales en Inglaterra

Tomado del diario El Mundo de España
LONDRES.- Tony Blair ha sufrido un fuerte revés electoral en los comicios municipales celebrados en Inglaterra. Presumiblemente, el primer ministro británico remodelará hoy su Ejecutivo tras la pérdida de numerosas concejalías en favor de los conservadores y el avance del Partido Nacional Británico, de extrema derecha.

Tras el recuento de 163 de los 176 consistorios, el partido gubernamental ha perdido 18 ayuntamientos (238 concejales menos) y ha mantenido su dominio en 24 (1035 concejales).
Por contra, el Partido Conservador de David Cameron se perfila como el gran vencedor de los comicios, al lograr el control de 12 nuevos consistorios (250 nuevos concejales), lo que significa que 67 gobiernos locales (1546 concejales) están ahora en manos de los 'tories', según informa la BBC. Éstos serían los mejores resultados de los tories desde 1992.
De momento, el tercer partido más votado es el Liberal-Demócrata, la tercera formación política del país, que ha obtenido el control de un nuevo consistorios, lo que eleva el total a 13 (754 concejales).
También es significativo el avance del partido de extrema derecha Partido Nacional Británico, que hasta ahora no contaba con ningún concejal en todo el país y ha ganado 13, once de ellos en Barking, en el este de Londres.
Tras estos resultados se da por seguro que hoy Blair remodelará su Ejecutivo. Geoff Hoon, miembro del Gabinete del Primer Ministro, lo dejó claro en la BBC: "Hemos tenido unas elecciones y es hora de que un nuevo equipo se haga cargo. Obviamente, quien forme parte de ese equipo es asunto del jefe del Gobierno".
"Me dirigiré temprano a Downing Street" y "veré lo que tiene que decir el primer ministro", agregó. Anteriormente, el ex ministro del Interior David Blunkett aseguró que se iba a producir una remodelación ministerial.
Las elecciones, a las que estaban llamados 23 millones de votantes, se han celebrado en los 32 distritos de Londres y en las principales ciudades inglesas, como Manchester, Leeds, Sheffield y Liverpool, y Birmingham. Los colegios electorales abrieron a las 8.00 horas y permanecieron abiertos hasta las 23.00 (hora peninsular española).
De repetirse en unas elecciones generales la tendencia estimada hasta ahora, los conservadores obtendrían el 40% de los sufragios, los Liberal Demócratas el 27% y el Laborismo el 26%.
Examen para el Ejecutivo
La cita electoral es vista en el Reino Unido como una prueba para medir el desgaste de Blair, tras nueve años en Downing Street. La popularidad del Primer Ministro ha caído en picado por los escándalos protagonizados en las últimas semanas por miembros de su gabinete.
Si el titular de Interior, Charles Clarke, se encuentra en la 'cuerda floja' por la polémica liberación de delincuentes extranjeros al término de sus condenas sin tener en cuenta su deportación, el viceprimer ministro, John Prescott, ha acaparado las portadas de los periódicos por la aventura amorosa extramarital que mantuvo con su secretaria Tracey Temple. Por otro lado, la ministra de Sanidad, Patricia Hewitt, ha sido igualmente objeto de titulares negativos al ser abucheada por enfermeras descontentas con los recortes de plantilla decretados en el Sistema Nacional de Salud.
Desgastado por la guerra en Irak y los escándalos que han azotado a su Gabinete, Blair -que ha anunciado que este será su último mandato aunque no ha concretado cuando cederá el relevo- se ha puesto personalmente al frente de la campaña electoral con un solo mensaje: "Los titulares de nueve días no deben empañar nueve años de logros". Esos titulares se referían al fracaso atribuido a los laboristas en dos temas clave en la percepción de los británicos: la delincuencia y la moralidad de los políticos.
Artículo publicado en el diario El Mundo.

martes, mayo 02, 2006

Un nuevo terrorismo sin Al Qaeda. Por Jean-Pierre Stroobants

El experimentado periodista belga Jean-Pierre Stroobants analiza el nuevo escenario del terrorismo fundamentalista para el diario Le Monde de Francia.
Un nuevo terrorismo sin Al Qaeda
Por Jean-Pierre Stroobants

Las conclusiones de las investigaciones sobre los atentados que estremecieron Europa en 2004 y 2005 son, aparentemente, desconcertantes. En Madrid y Londres, los informes indican, con similar certidumbre, que la nebulosa de Osama Bin Laden desempeñó un papel menor, o ningún papel en absoluto, en la ejecución de los dos planes asesinos que apuntaron al Viejo Continente. Ahora bien, para muchos, estos ciegos atentados de musulmanes radicales no podían sino ser dirigidos, financiados y legitimados por Al-Qaeda, en el marco de la "guerra santa contra los judíos y los cruzados".
A los ojos de numerosos expertos, no obstante, no hay más que temibles confirmaciones en estos informes - a veces provisionales. Los estrategas del contraterrorismo están convencidos de que Osama Bin Laden y Aymán Al-Zawahiri no perdieron por completo el contacto con su red planetaria - el Frente islámico mundial que anhelan desde 1998 - y que aún pueden, mediante un complejo sistema de encaminamiento, enviar mensajes a los hombres y a las organizaciones que tienen federados.
¿Se puede, no obstante, seguir hablando de un "mando unificado" que, anidado sobre un pico o en una gruta del Waziristán, controlaría las acciones de una red transnacional? No. Y, paradójicamente, esta realidad parece mucho más inquietante que la situación que prevalecía desde 2001.
El enfoque del fenómeno yihadista a partir de Al Qaeda, concebido como una "marca", una estructura global, tenía, extrañamente, un aspecto tranquilizador. Utilizada a voluntad, entre otras, por la administración americana, reducía la amenaza a una fuente única que, una vez agotada, implicaría la desaparición, por desecación, del conjunto del río. La idea que en Londres, Madrid, Ámsterdam - donde fue asesinado el cineasta "blasfemo" Theo Van Gogh, en 2003 -, grupos de contornos imprecisos, inscribiéndose en condiciones políticas y sociales determinadas, habrían actuado por iniciativa propia, es inquietante. Mucho más inquietante aún que aquella que confiaba a un centro neurálgico la concepción de una expedición punitiva a escala mundial.
El verdadero reto los próximos años será, para Europa en su conjunto, localizar y detener las "células" autónomas y huellas de aquello que Jean-Luc Marret (Les Fabriques du Djihad [Las Fábricas del Yihad], PUF, 2005) denomina un "romanticismo del Islam radical". Ellas no reciben ninguna consigna particular del exterior, son capaces de poner en práctica ataques poco costosos y resultan difícilmente localizables. Fundidas en el anonimato de los "poor districts", compuestas por miembros provenientes de horizontes muy diversos, ya no están ligadas, como fue el caso para las redes renovadas desde los atentados de 2001, a la coordinación transnacional de las "franquicias de Al Qaeda" – GICM marroquí, GSPC argelino, movimiento Takfir Wal Hijra, etc.
Diversos estudios sobre el yihadismo realizados desde 2001 pusieron en relieve una extensa panoplia de protagonistas y motivaciones. Los grupos radicales potencialmente violentos están compuestos tanto por inmigrantes de segunda y tercera generación como por jóvenes conversos. Aún se encuentra una mayoría de personas provenientes de las clases medias pero son alcanzados por los pobres y los excluidos. En distintos suburbios, se advierte el avance de las ideas islámicas en el seno de grupos a priori poco receptivos para un mensaje religioso de este tipo: Indios, Chinos o Negros.
Todos interpretan el 11 de septiembre de 2001 como una venganza contra la humillación que experimentan en su vida diaria. Para quienes pertenecían, al principio, a la fe musulmana, Bin Laden y sus sargentos limpiaron a los fieles de un sentimiento de vergüenza, nacido de la ausencia de respuesta ante los "ataques" del mundo occidental. Farhad Khosrokhavar sintetiza en su libro Quand Al-Qaida parle [Cuando Al Qaeda habla] (Grasset, 422 p.) esta fuerza actual del yihadismo: "personas muy distintas, de trayectorias personales completamente heterogéneas, viviendo en las cuatro esquinas del mundo y sin tener ni átomos compartidos ni una cultura común, pueden afiliarse a las redes debido a su odio hacia Occidente y el sentimiento de ser agredidos por él."
"ARMA CONTRA "LOS HEREJES"
La prisión desempeña un papel de catalizador. Es un lugar de adoctrinamiento, plegaria y conversión, donde quienes son sospechosos o condenados por actos terroristas son investidos por una aureola de gloria. Al amparo de un mensaje positivo - atraer jóvenes al "camino recto" -, los predicadores esparcen una mensaje extremista que encuentra eco en individuos sin raíces y sin rumbo. La Yihad les aparece, en última instancia, no sólo como un medio de "redención" sino también como una posibilidad de salir del anonimato, de la mediocridad. El Islam radical ofrece una posibilidad de venganza sobre "la sociedad", estructura - imaginario - azuzada a obtener la derrota de la comunidad musulmana (La Umma) en su conjunto.
Que un líder carismático, un "facilitador" y/o una red relativamente estructurada se apodere, a la salida de prisión, de estas personas y ellos pronto habrán logrado convencerlos de que el recurso a la violencia es un medio legítimo para "castigar" el enemigo. Jean-Luc Marret destaca que tales células locales, "que aparecerán a través del mundo, durante numerosos años más", con seguridad estarán vinculadas cada vez menos a las organizaciones arraigadas, o incluso a Al Qaeda. Ellas podrían realizar acciones violentas cuando lo consideran legítimo, sin coordinación exterior y sin involucrarse en una campaña a gran escala.

Pequeños grupos unidos por amistad o vínculos familiares, captados a la nebulosa yihadista por medio de Internet e impregnados de un mensaje religioso que no es solamente un pretexto, estas nuevas estructuras resultan tanto más amenazadoras al sentirse investidas de una misión de solidaridad. Arma contra "los herejes", el terrorismo es también un medio destinado a castigar a quienes apoyan la represión contra los Palestinos, los Afganos o los Chechenos. La universalización de la información, que induce a un joven rebelde de Europa a interiorizar, en tiempo real, el sufrimiento de su "hermano", en guerra contra el Occidente y en favor el Islam, parece ser otro hecho principal, destaca Farhad Khosrokhavar.
El nacimiento de un "terrorismo autóctono" reduce a Al Qaeda a un papel de mito, de aval ideológico. Temible para Europa, el fenómeno resulta especialmente amenazador para la minoría musulmana que habita allí. En su gran mayoría distante de concepciones extremistas, ella podría ser la primera víctima de la exacerbación de tensiones que se manifiesta en distintos puntos.
Jean-Pierre Stroobants
Artículo publicado en la edición del 19.04.06 del diario Le Monde.

El vacío y los cocodrilos. Por Nelson Manrique

Concluida la primera vuelta ha sobrevenido el cargamontón, por desgracia previsible, contra los perdedores. Lourdes Flores y Valentín Paniagua vienen confirmando que la victoria tiene muchos padres, pero la derrota es siempre huérfana.

Es notable, al comenzar la segunda vuelta electoral, la facilidad con que quienes hasta ayer hacían campaña, recurriendo inclusive a la guerra sucia, por Lourdes Flores se han convertido en entusiastas partidarios de Alan García. Para ellos, puesto que Humala es el demonio, Alan ha dejado de ser el Anticristo (¿recuerdan el apelativo cariñoso de "Alan Damián"?), y se ha convertido en el arcángel Gabriel. Quienes hasta hace poco cuestionaban el autoritarismo, la falta de ética, la corrupción y la ausencia de respeto por los derechos humanos de Alan García como gobernante, hoy no ven en él más que virtudes que los peruanos debieran premiar con su voto. A lo más, se le reprocha no haber hecho un buen gobierno, pero no se dice ni una palabra sobre los defectos que según las encuestas más le reprochan los electores: su propensión a mentir y su falta de honestidad. García no tiene, por cierto, nada que envidiar a Humala, ni en la violación de los derechos humanos, ni en las inclinaciones autoritarias.

Basta recordarlo exhibiéndose ante los cadáveres de los 62 emerretistas abatidos en Molinos, en un enfrentamiento en que no hubo ni heridos, ni prisioneros.

El entusiasmo de la derecha podría desfavorecerlo (como Hugo Chávez perjudica la candidatura de Humala), si su apoyo es demasiado evidente. García tiene que convencer a los electores de que realizará un gobierno eficiente, honesto y responsable -es decir, todo lo que no fue, ni hizo, durante su presidencia-, y adicionalmente debe presentarse como el verdadero defensor de los desposeídos. Ir junto con la derecha destruiría esa imagen; de allí que haya rechazado la alianza (propuesta por Mario Vargas Llosa) con Lourdes Flores. Puesto que para la derecha su elección es "sí o sí", García no tiene necesidad de ceder nada.

Uno de los mayores problemas con que tendrán que lidiar los electores es lo parecidos que resultan ambos candidatos en aspectos críticos. Véase lo que escribe el psicoanalista Jorge Bruce en Perú.21: "Así como me pareció oportuno advertir, antes de la primera vuelta, acerca de los peligros de elegir a un candidato con un manejo inquietante de elementos psicopáticos escindidos, asociados a una violencia hábilmente disimulada, en esta ocasión es necesario preguntarse por el papel de unas pulsiones grandiosas que ya hemos visto desbordarse en el poder" (Poder y megalomanía, Lima, 30 de abril de 2006). Dejo a los lectores adivinar de quién está hablando Bruce en cada ocasión.

Un taxista me ha definido admirablemente la disyuntiva de la hora presente: "La candidatura de Ollanta Humala parece una piscina vacía, pero la de Alan García parece una piscina llena de cocodrilos".

Publicado por Nelson Manrique en el diario Perú 21

lunes, mayo 01, 2006

¿Qué significa la nacionalización de recursos en Bolivia?

Alberto Souviron, corresponsal boliviano de la BBC, analiza la decisión del gobierno boliviano de nacionalizar los hidrocarburos por tercera vez en su historia.
¿La tercera es la vencida?
Por Alberto Souviron
Por tercera vez en la historia de Bolivia, un gobierno dispone la nacionalización de los recursos hidrocarburíferos del país.
El gobierno de Evo Morales cumple así con una de sus promesas de campaña y adopta una medida que, a criterio de muchos, goza de gran popularidad en el país.
Los bolivianos siempre han desconfiado de la explotación de sus recursos a manos de empresas privadas extranjeras.
Esta desconfianza tiene sus raíces en la colonia española y continuó en la vida republicana donde grupos privados, generalmente extranjeros han explotado los recursos del país con magros resultados para el desarrollo de la población local.
A raíz de este sentimiento, Bolivia nacionalizó su industria hidrocarburífera, en los años 30 en perjuicio de la entonces Standard Oil.
En 1969 el proceso se repitió cuando el Estado se apropió de los bienes de la estadounidense Gulf.
Sin embargo, estas nacionalizaciones no lograron revertir los índices de pobreza en el país ni generar el desarrollo deseado.
A pesar, especialmente en la nacionalización de 1969, se vivió un periodo de bonanza que generó millonarios recursos para el Estado Boliviano.
Privatización parcial
En la década de 1990, durante el gobierno de Gonzalo Sánchez de Lozada, se llevó a cabo un proceso de privatización parcial "sui generis" en la que se conformaron empresas de explotación, exploración y transporte, cuyo 50% de la acciones estaban en manos de empresas privadas y el 50% restante en manos de los ciudadanos bolivianos, que serían representados en el directorio por Administradoras de Fondos de Pensiones.
Este complejo esquema resultó en un "boom" de inversiones que convirtió a Bolivia en el país con las segundas mayores reservas de gas de Sudamérica, después de Venezuela.
Sin embargo, el proceso no obtuvo los beneficios esperados y la población, una vez más, mostró su recelo frente a la presencia extranjera y sintió nuevamente que "sus recursos eran saqueados".
La crisis política iniciada en el año 2000 terminó con la caída del segundo gobierno de Gonzalo Sánchez de Lozada y su sucesor, Carlos Mesa y culminó con la llegada al poder de Evo Morales y un nuevo discurso nacionalizador.

Nacionalización compleja
En esta ocasión, sin embargo, la denominada tercera nacionalización de los recursos hidrocarburíferos es más compleja.
Ahora, las empresas petroleras deberán entregar toda su producción de gas y petróleo a la empresa estatal de petróleo (YPFB), quien también estará a cargo de la comercialización con la definición de las condiciones volúmenes y precios internos y la exportación e industrialización.
Mediante este sistema, el Estado boliviano obtendrá el 82% de los beneficios de la producción en aquellos campos que hayan generado un volumen superior a los 100 millones de pies cúbicos diarios de gas en 2005 y el 50% en aquellos campos con niveles de producción inferiores.
Además de ello, el gobierno dispuso que la estatal petrolera pase a poseer al menos el 50% de las acciones en las empresas mixtas que operaban en el país, lo que en la práctica significa que los ciudadanos bolivianos perderán las acciones que obtuvieron en los años noventa cuando se dispuso la privatización parcial en el sector.
Si bien se produce esta expropiación el gobierno se ha comprometido a pagar los beneficios que los ciudadanos mayores de 65 años obtenían por estas acciones.

¿Las consecuencias?
Falta ahora ver cuál será la reacción de las empresas extranjeras que operan en Bolivia -particularmente la brasileña Petrobras y la hispano-argentina Repsol YPF, los principales inversores del sector.
El tiempo dirá si estas empresas recurren a un arbitraje internacional o aceptan negociar nuevos contratos.
También habrá que esperar la reacción de los países afectados por la medida, en especial Brasil - el principal comprador del gas boliviano.
Junto a ellos, muchos se preguntan por las consecuencias que esta medida tendrá sobre otros sectores de la economía boliviana, donde también se produjeron privatizaciones parciales, como es el caso de la electricidad.
El gobierno de Evo Morales apuesta a obtener grandes ganancias con esta medida, más de US$750 millones sólo en 2007, pero antes deberá encontrar nuevos mecanismos de incentivo para mantener y ampliar el nivel de la inversión para modernizar el sector, una de los argumentos para la privatización parcial de los años 90.
En todo caso, Bolivia apuesta una vez más a controlar sus recursos y muchos esperan que, esta vez, el beneficio sí llegue a su empobrecida población.

Artículo publicado por Alberto Souviron para la BBC.

Poder y megalomanía. Por Jorge Bruce

Ante el peligro inminente de una deriva dictatorial de inspiración chavista, cuyos brutales designios el comandante venezolano ha tenido la gentileza de recordarnos, una serie de personajes habitualmente adversos se han pronunciado a favor de la candidatura del líder aprista. La manera precipitada e incondicional en que se ha formulado esta opción es contraproducente. Nunca es buena idea extender un cheque en blanco, peor todavía a un político con esas características y trayectoria. Darle el mensaje que de todas maneras vamos a votar por él, porque no nos queda otra, es como nombrarlo nuestro salvador. Esto supone olvidar a dónde nos llevó la conducción megalómana de su primer gobierno. Para una personalidad intoxicada de omnipotencia narcisista -la heroína es manzanilla al lado de esta droga- ese mensaje es el equivalente a otorgarle la licencia especial del agente 007, García, Alan García.

Por el contrario, lo urgente es exigirle como condición sine qua non compromisos y garantías, que funcionen como diques a ese poder omnímodo que le estaríamos confiriendo, al colocarlo en el lugar imaginario de nuestro campeón contra el dragón del autoritarismo. Así como me pareció oportuno advertir, antes de la primera vuelta, acerca de los peligros de elegir a un candidato con un manejo inquietante de elementos psicopáticos escindidos, asociados a una violencia hábilmente disimulada, en esta ocasión es necesario preguntarse por el papel de unas pulsiones grandiosas que ya hemos visto desbordarse en el poder. Esto podría asemejarse a una intromisión en la privacidad de los candidatos, pero hay un interés superior de por medio, que nos obliga a utilizar todos los instrumentos a nuestro alcance, a fin de tomar la mejor decisión y prevenir desenlaces catastróficos. De haber pasado Lourdes Flores, habría sido preciso analizar las consecuencias de votar a una personalidad con marcadas características superyoicas, represivas y moralistas, que funcionan, paradójicamente, como puntos ciegos que la descalifican para combatir la corrupción y los abusos de poder (acaso también para conquistarlo). El problema no es la integridad, claro está, sino la ingenuidad ideológica, que no necesariamente deben ir asociadas. Pero con García este no es obviamente el caso: ha demostrado carecer de ambos rasgos de carácter. ¿Qué es entonces lo que debería preocuparnos? No es cuestión de averiguar si ha madurado, pues eso dice poco. Así como un vino torcido no va a mejorar con el paso del tiempo, un gobierno corrupto e ineficiente como el suyo (inflación maníaca, dólar MUC, Mirages, BCCI, Frontón, Polay, tren eléctrico, burocracia partidaria desenfrenada, etc.) no se convertirá milagrosamente en uno que luche contra esa lacra y reforme adecuadamente el Estado. No solo su persona cuenta: la presión del embalse de voracidades partidarias postergadas constituirá un serio obstáculo en ese horizonte. No seamos nosotros los ingenuos. Ante esa situación, es oportuno sopesar esos impulsos narcisistas que en el 85 nos dejaron en la ruina, por incapacidad del presidente para reconocer sus gigantescos errores, así como por una actitud complaciente ante la corrupción, poniéndoles límites, invirtiéndoles la polaridad.

Esto significa que le estaríamos dando una última oportunidad para pensar menos en su imagen y más en lo que realmente cuenta, a saber la indispensable modernización de la sociedad, en un contexto de solidaridad, justicia y equidad. Si algo de esto funciona, no habrá borrado los graves perjuicios que se le imputan -en materia de derechos humanos, por ejemplo- porque son imprescriptibles en la memoria colectiva. Pero la Historia registrará que en algo los reparó simbólicamente. Por nuestra parte, quiere decir que debemos estar dispuestos a hacerle saber que sí nos queda otra, que no vamos a votar por él a cualquier precio. Incluso si eso significa hacerlo en cualquier otro sentido, y asumir las consecuencias. Si no somos capaces de emitir esas señales y sostenerlas, entonces nos merecemos el abismo.
Artículo publicado por Jorge Bruce en el diario Perú 21